Los años dorados – III
“Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer, pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas” (Isa. 40:30, 31).
¿Qué podemos hacer las mujeres maduras que no sea contar las canas y las arrugas en el espejo o vivir preocupadas por nosotras mismas y por los nuestros? No tiene mucho sentido vivir atormentadas, esperando que en cualquier momento el fantasma del cáncer o de la osteoporosis hagan acto de presencia y paralicen nuestro desarrollo personal. Gracias a los años vividos, se han agudizado la inteligencia emocional y la capacidad analítica; por tal razón, puedes ser una fuente de inspiración para otras mujeres.
¿Eres consciente de cuánto puede hacer una mujer madura para ayudar a tantas jóvenes que experimentan rechazo, baja autoestima y sentido de insignificancia por no estar a la altura de los estándares mundanos respecto a la mujer? He ahí una gran encomienda que puedes cumplir si te mantienes en la cima de tu existencia, disfrutando y contemplando el panorama sin dejarte ir en vertiginoso descenso, pensando que ya estás acabada.
Las canas y las arrugas no solo son el resultado de los cambios físicos internos fruto del paso de los años; son también resultado de los estados de ánimo, la ansiedad, la angustia, la tristeza y la preocupación, que aceleran el envejecimiento. “Hay seguridad en confiar continuamente en Dios; y no debemos temer constantemente a futuros males. Esta preocupación y ansiedad prestada dejará de existir. Tenemos un Padre celestial que cuida a sus hijos, y quien hace y hará que su gracia sea suficiente en cada momento de necesidad” (Promesas para los últimos días, p. 119).
Amiga, disfruta tus años dorados y haz que cada día sea una experiencia gratificante y novedosa. Reconoce y echa mano de los recursos maravillosos que todavía posees. Siéntate cada mañana a los pies de Jesús, reclina tu cabeza en su regazo y deja allí tus temores e incertidumbres. Disfrutarás tu día a día con Dios por medio de la fe y él te conducirá a las alturas. Comparto contigo este poema anónimo, con el fin de que encuentres ánimo para este día:
“Cuenta tu jardín por las flores, no por las hojas caídas. Cuenta tus días por sus horas doradas, y olvida las penas habidas. Cuenta tu vida por las sonrisas, no por las lágrimas derramadas. Cuenta tu edad por los amigos, no por los años transcurridos”. Amén.