El Supremo Alfarero
“Yo me dirigí a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando sobre el torno. La vasija de barro que él hacía se deshizo en su mano, así que él volvió a hacer otra vasija, tal y como él quería hacerla” (Jeremías 18:3, 4, RVC).
Cuando Adelaide Pollard fue a la reunión de oración esa noche, su corazón no podía estar más triste. Había intentado, sin éxito, reunir fondos para ir como misionera al África. ¿Qué podría hacer ahora que su sueño se había hecho pedazos?
Cuenta Kenneth W. Osbeck que la respuesta le llegó de la manera que Adelaide menos imaginó: en la oración pública que elevó una anciana en la reunión de esa noche. En su ruego, la señora no pidió bienes materiales; ni tampoco ayuda para superar algún tipo de problema personal. Solo se limitó a decir: “Señor, en realidad no importa lo que hagas con nosotros, solo te pido que se cumpla en nuestra vida tu voluntad” (101 more hymns stories, p. 111).
Esas palabras quedaron resonando en la mente de Adelaide. Cuando regresó a su hogar, buscó en su Biblia el libro de Jeremías. Ahí leyó las palabras de nuestro texto de hoy: “Tal y como él quería”.
Ahí estaba lo que Adelaide necesitaba escuchar. El Supremo Alfarero tiene poder para hacer con la arcilla como él quiera; y su voluntad siempre será lo mejor para sus hijos. Esa misma noche, antes de retirarse a descansar, Adelaide comenzó a escribir: “Cúmplase, oh, Cristo, tu voluntad. / Solo tú puedes mi alma salvar. / Cual alfarero, para tu honor / vasija útil, hazme Señor”. Una estrofa siguió a la otra y, antes de mucho tiempo, Adelaide le había dado a su oración la forma de un himno: “Cúmplase, oh, Cristo, tu voluntad”, que aparece en el Himnario Adventista, bajo el número 245.
Hoy quiero que las palabras de este himno se conviertan en mi oración, al comienzo de este nuevo día. Quiero que mi vida sea como el barro en las manos del Supremo Alfarero. Quiero que su voluntad se cumpla plenamente en mí, aunque esto signifique que tenga que renunciar a mis sueños más preciados.
¿Es esta también tu oración?
“No sabemos qué está delante de nosotros, y nuestra única seguridad reside en caminar con Cristo, nuestra mano entre las suyas, nuestro corazón lleno de perfecta confianza” (Mensajes selectos, t. 1, p. 95).
Bendito Jesús, hoy quiero caminar muy cerca de ti. Tómame, Señor, de la mano, y guíame. Solo así se podrá cumplir en mi vida tu santa voluntad. Amén.
Hacer la voluntad de Dios, es el principio de la sabiduría, no hacerlo, es apartarse de él. Por eso es que, Él, dijo: «mí pueblo se perdió, porque le faltó sabiduria»
Amennnnn, justo esta mañana estaba enojada con Dios porqie estoy ain trabajo y con un problema de salud en los ojos y yo sin dinero, sin provisión y le dije que Él tiene hijos queridos porque yo he sido un producto de abuso y ni mis padres me amaron y años atrevasando esta situación y tengo 3 hijos adultos y que ni siquiera 2 de ellos me hablan, ahora le digo hágase tu voluntad en mi