Un globo a 30 km de altura
“Haces de las nubes tus carros de guerra. ¡Tú cabalgasen las alas del viento!” (Salmo 104:3, NVI).
¿Has subido alguna vez a una montaña? ¿A qué altura? ¿Has subido alguna vez a un rascacielos? ¿A qué altura? ¿Has volado en un avión a 12.000 metros? Pues bien, todas esas son experiencias estupendas, pero escalar, caminar o volar a esas alturas no es nada comparado con lo que hizo un oficial médico del ejército llamado David Simons, de Crosby, Minnesota.
El 19 de agosto de 1957, Simons batió todos los récords de altitud al elevarse en un globo aerostático a más de 30.500 metros de altura en la estratosfera. Permaneció toda la noche flotando hacia el oeste de Dakota del Sur, y dijo que fue una de las experiencias más emocionantes de su vida.
Los globos aerostáticos se remontan a un tiempo muy pasado. Pilatre De Rozier es considerado el primer “globero” del mundo. Envió una oveja, un pato y un gallo a dar el primer paseo en 1783. El viaje duró 15 minutos antes de estrellarse contra el suelo. Dos años más tarde, Rozier intentó hacer lo mismo. Por desgracia, su globo explotó media hora después del despegue y él murió. El diseño del globo y el hidrógeno inflamable fueron una mala combinación. Dos años más tarde, en 1785, Jean Pierre Blanchard y John Jefferies se convirtieron en las primeras personas en cruzar con éxito el Canal de la Mancha en un globo.
Los vuelos experimentales con globos de aire caliente continuaron durante los siguientes cien años; luego, en 1932, un científico suizo estableció un récord de altitud en la estratosfera superior: 16.000 metros de altura. Ese día comenzó una carrera para ver quién puede llegar más lejos y volar más alto. En 1935, un modelo propulsado por gas helio alcanzó una altitud de 22.065 metros, es decir, más de 21 kilómetros de altura. Tan alto, de hecho, que los pilotos tuvieron que estar en una cámara presurizada. Fue uno de los primeros pasos reales hacia los futuros viajes espaciales. Y finalmente, David Simons, en 1957, batió ese récord por poco más de 9.000 metros, al elevarse a 30 kilómetros. Sin embargo, en 1960, Joe Kittinger estableció un nuevo récord al saltar desde un globo a 31.300 metros de altura. Y lo que es más sorprendente, mientras caía del cielo, ¡rompió la barrera del sonido con su cuerpo!
¿Quieres volar de verdad? Entonces no te pierdas la mayor atracción que se avecina. Cuando Jesús venga de nuevo, te invitará a subir con él a un glorioso carro en las alas del viento. Volaremos hacia mundos desconocidos. Ese sí que será un viaje que no podemos perdernos.