Viernes 08 de Julio de 2022 | Matutina para Adultos | ¡Señor, abre mis ojos!

Viernes 08 de Julio de 2022 | Matutina para Adultos | ¡Señor, abre mis ojos!

¡Señor, abre mis ojos!

“Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

“Esta tarde vamos a leer nuestro pasaje favorito de las Escrituras”, dijo el tutor a sus alumnos mientras en su rostro se dibuja una sonrisa. Los niños, Harry y Richard no preguntaron cuál es ese pasaje, porque ya lo conocían: “Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero”.

–Durante un tiempo llegué a pensar que la salvación no era para mí –les dijo–, porque no sentía que amaba a Dios. Pero estas preciosas palabras me mostraron que Dios no nos ama porque nosotros lo amamos. No, no: lo amamos porque él nos amó primero. ¡Hay una gran diferencia!

El tutor que así hablaba era William Tyndale, uno de los grandes líderes de la Reforma en Inglaterra, muy conocido por su traducción del Nuevo Testamento al inglés.

Según relata Frank Boreham, esa tarde, después de leer y comentar su pasaje favorito, Tyndale anunció a sus dos alumnos que ya no seguiría enseñándoles. Cuando ellos preguntaron el porqué, les explicó que debía viajar a Londres, donde se proponía cumplir una obra que Dios le había encargado: la publicación de las Escrituras en el idioma del pueblo. “Es tiempo de que la gente común lea la Biblia en su propio idioma”, les dijo. Y añadió: “Si Dios me permite, algún día haré que el muchacho que maneja el arado en Inglaterra sepa más de la Escritura que los mismos prelados y sacerdotes” (Frank Boreham, A Frank Boreham Treasury, p. 20).

Y a Londres viaja. Pero lo único que encuentra es oposición. Entonces Tyndale se traslada a Alemania, donde, en 1526, se publica la primera edición del Nuevo Testamento en inglés. El sueño del reformador se cumple, aunque a un precio muy elevado. En 1527 sus obras son condenadas y Tyndale es excomulgado y perseguido. En mayo de 1535 es capturado y encarcelado. En octubre de 1536 Tyndale es atado a una estaca, estrangulado y, finalmente, quemado. Sus últimas palabras son: “¡Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra!” (Foxe’s Book of Martyrs, p. 54).

¿Cómo pudo un hombre que durante parte de su vida no sentía que amaba a Dios morir por amor a él? Porque un bendito día entendió que Dios no nos ama porque nosotros lo amamos, sino que “lo amamos porque él nos amó primero”.

¡Hay una gran diferencia!

¡Señor, abre hoy mis ojos para que yo pueda entender que mucho antes de que te amara ya tú me amabas! Y ayúdame a compartir con otros tu amor incomparable.

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