No es realmente rojo
“Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anunciala obra de sus manos” (Salmo 19:1, RVR 95).
El 25 de septiembre de 1992, la NASA lanzó hacia Marte una sonda espacial llamada Mars Observer. Era una de tantas otras sondas que se habían enviado desde 1960, a medida que se desarrollaba el programa espacial. ¿El objetivo de la NASA? Averiguar si el planeta Marte puede albergar vida humana. Por desgracia, antes de que pasara un año, la NASA perdió el contacto con la sonda. Al día de hoy, nadie sabe qué pasó. Fue un verdadero golpe para todos los esfuerzos y el dinero que la NASA había invertido en el proyecto.
Se han producido innumerables películas e historias de ciencia ficción sobre la vida extraterrestre, y la mayoría de ellas, al parecer, se centran en el planeta Marte. De todos los planetas de nuestro sistema solar, Marte es el más intrigante y, en cierto modo, el más misterioso.
¿Sabías que, aunque Marte es conocido como el planeta rojo, en realidad no es rojo en absoluto? Es más bien de color caramelo.
¿Sabías que Marte tiene el mayor cañón del sistema solar? Se llama Valle Merineris y es diez veces más largo y cinco veces más profundo que el Gran Cañón del Colorado. ¿Sabías que en Marte se encuentra el mayor volcán del sistema solar? El gigantesco cono tiene 550 kilómetros de ancho, y cubre un área del tamaño del estado de Arizona. Pero, eso no es todo. Tiene casi 27 kilómetros de altura. Piensa que el Everest, la montaña más alta de Tierra, mide solo unos 9 kilómetros de altura.
¿Sabías que Marte tiene casquetes polares como los que tenemos en la Tierra en los polos norte y sur?
¿Sabías que una nave espacial tardaría seis meses en llegar a Marte, pero la tripulación tendría que esperar un año y medio antes de regresar? Marte y la Tierra suelen estar bastante alejados en sus órbitas pero, cada dos años, los planetas se alinean.
Dios creó los planetas del sistema solar y los vemos en el cielo nocturno, pero ¿los hizo solo para adornar nuestro cielo o los creó con algún otro propósito. Seguramente, él pretendía que cumplieran alguna función específica más allá que la de ser meros cuerpos celestes orbitando alrededor del sol. ¿Los creó, de hecho, con el plan de que los habitáramos en el futuro, cuando en la Tierra ya no hubiese lugar? Algún día se lo preguntaremos.