La vida… en una silla de ruedas
“Me ha dicho: ‘Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad’ ” (2 Corintios 12:9).
“¡Dios, si no puedo morir, entonces enséñame cómo vivir!” Dice Joni Eareckson Tada que esta ha sido la oración más corta de su vida y también la más poderosa. Durante tres largos años, Joni había estado acariciando pensamientos suicidas. Todo como consecuencia de un accidente que ocurrió cuando todavía era una adolescente. Al zambullirse en la Bahía Chesapeake, se golpeó la cabeza con tanta fuerza que quedó cuadripléjica de por vida. Antes de su accidente, Joni montaba a caballo, practicaba excursionismo, tenis y natación. Desde ese 30 de julio de 1967 todo cambió. La muchacha enérgica e independiente, pasó a depender de la ayuda de otros para realizar hasta el más mínimo movimiento. Fue estando en esas condiciones cuando Joni clamó: “¡Dios… enséñame a vivir!”
¿Respondió Dios su oración? Cuenta ella que las cosas no cambiaron de un día para otro, pero su manera de ver la vida sí cambió: “Me di cuenta de que debía aceptar mis responsabilidades, y dar la cara a la realidad de manera frontal. Con la ayuda de Dios, tenía que aprender lo imposible: manejar mi vida desde una silla de ruedas” (Joni Eareckson Tada, Diamonds in the Dust, 2 de enero).
Así lo hizo, ¡y en qué forma! Apoyada en Dios, y desde su silla de ruedas, Joni fundó “Joni y sus amigos”, una organización que durante más de cuarenta años ha brindado ayuda a personas con discapacidad. Ha escrito varios éxitos de librería, y dirige un programa de radio con una audiencia que supera el millón de oyentes por semana. Conduce retiros espirituales para personas con discapacidad, y su programa Wheels for the World [Ruedas para el mundo] ha distribuido miles de sillas de ruedas en países en vías de desarrollo.
¿Estás ahora mismo sufriendo como consecuencia de alguna enfermedad, o discapacidad? ¿Están las amarguras y los resentimientos corroyendo tu alma por “los golpes” que te ha dado la vida? Entonces quizá sea tiempo de decirle a tu Padre celestial: “Dios mío, a pesar de mis limitaciones, ¡enséñame a vivir de un modo que glorifique tu nombre!”
¡Quién sabe! Quizás en tu propio hogar, en tu barrio, en tu iglesia, Dios quiere que hagas una obra para él. ¡Cúmplela con su poder y para su gloria!
Padre celestial, a pesar de mis limitaciones, enséñame hoy a vivir por el poder de Cristo. Ayúdame a recordar siempre que, cuanto más débil soy, en realidad soy más fuerte porque sobre mí reposa tu grandioso poder.
Cuando pensamos que Dios nos ha olvidado y no contesta nuestras oraciones porque seguimos sufriendo los mismos problemas y penalidades,
es en esos momentos cuando deberíamos reflexionar y darle gracas al Señor porque El nos está enseñando algo para nuestro presente y futuro.-