Matutina para Jóvenes, Jueves 25 de Marzo de 2021

Matutina para Jóvenes, Jueves 25 de Marzo de 2021

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Souvenir de un juicio en el polvo

“Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7).

En una clase de Teología, escuché a un profesor citar lo siguiente: “En la Biblia se abre delante de la imaginación un campo ilimitado. El estudiante saldrá de una contemplación de sus grandes temas, de la asociación con sus elevadas imágenes, más puro y elevado en pensamiento y sentimiento que si hubiera pasado el tiempo leyendo cualquier obra de origen meramente humano” (Conducción del niño, p. 480).

Si bien no podemos tergiversar el mensaje de la Biblia ni cambiar sus palabras, sus relatos podrían ser muchísimo más valorados si nos espaciáramos más en ellos, haciéndonos preguntas acerca de sus personajes y vivencias e intentando ponernos en su lugar.

Una vez que leí la historia de la mujer sorprendida en adulterio, intenté hacer este ejercicio y comencé una sencilla práctica que me ha resultado de gran bendición.

Al permanecer arrojada sobre el pavimento, en silencio y a la espera del juicio de aquel maestro, la mujer debió de haber pasado varios segundos angustiantes que nunca olvidaría. Su mirada, que no se atrevía a levantar por miedo, debió de haberse paseado por la altura del suelo, por las piedras que segundos más tarde serían lanzadas sobre ella y por los pies de los allí presentes. Pero, al escuchar la sentencia de Jesús y ver que los que la acusaban se iban, escuchó que Jesús le decía: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11).

Imaginé que la mujer entraba tiempo después en alguna casa y se encontraba con una repisa sobre la que estaba una de las piedras que nunca fueron lanzadas para darle muerte. Me resultó curioso preguntarme si alguna persona de la multitud, al reconocer su mal accionar, se habrá llevado un souvenir a su casa, para recordar la tremenda lección aprendida ese día.

No sabemos si eso sucedió, pero decidí recoger una piedrita del suelo y comenzar un estante de recuerdos de lecciones extraídas de la Biblia.

Es muy difícil no ponernos en el papel de jueces. Pareciera que nos gusta ese poder y esa imagen de superioridad, pero poco conocemos la responsabilidad que acarrea tamaña tarea y deberíamos estar agradecidos de que solo Dios puede cumplirla.

Ojalá hoy podamos juzgar menos y que en cada casa pongamos una piedrita que nos recuerde esta lección de amor.

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