Un pato valiente
“Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno” Santiago 1:5.
El policía Ike se iba a comer. Era el final de la primavera y el aire era cálido, así que conducía con las ventanillas bajas. Iba conduciendo por River Road, cuando un pato cruzó volando por delante de su automóvil y aterrizó en la calle, frente a él. Ike se dio cuenta de que estaba enfadado porque se puso a batir las alas y a graznar con fuerza. “Este pato está loco”, pensó Ike. Tocó el claxon y el pato no se movió, así que Ike sacó la cabeza por la ventanilla y le gritó al pato. Este, en vez de apartarse de la carretera, se acercó a la ventanilla y siguió graznando mientras batía las alas contra la puerta. Ike estaba a punto de seguir conduciendo cuando el pato se dio la vuelta y corrió hacia una alcantarilla de la acera. Mientras Ike lo observaba, el pato miró hacia el desagüe y graznó aún más fuerte. Y luego volvió al automóvil y continuó con sus súplicas.
Ike se imaginó lo que pasaba, así que paró el automóvil y se acercó a la alcantarilla. Cuando el pato dejó de graznar, pudo oír los pitidos que salían del desagüe. Alumbró con la linterna el oscuro agujero y allí estaban, siete patitos peludos temblando sobre un montón de palos y hojas mojadas. Se habían caído dentro y su madre no podía sacarlos. Ike trabajó con rapidez. Pidió prestadas una cuerda, un cubo y una escoba, y alzó a los patitos para entregárselos a su valiente madre.
¡Qué admirable! Pedir ayuda puede ser difícil. A veces, es tentador decir: “Puedo hacerlo yo solo”. ¿Pero sabes qué? Hay cosas que no puedes hacer solo. Recuerda que tienes un amigo que te conoce mejor que nadie y te ama pase lo que pase. No dudes en decirle lo que necesitas porque él siempre está dispuesto a ayudarte.
Joelle