Talentos desperdiciados
«Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra» (Mateo 25: 18).
¿Te has preguntado alguna vez qué harías si te regalaran un millón de dólares? ¿Los gastarías en cosas que te gustan, los invertirías en algún negocio o los donarías a alguna fundación de beneficencia? Tal vez pienses que eso nunca te pasará, pero lo cierto es que ya tienes un tesoro mucho más valioso que el dinero: tus talentos.
Los talentos son las capacidades y dones que Dios te ha dado para que los uses en beneficio propio y de los demás. Pueden ser habilidades artísticas, deportivas, académicas, sociales, espirituales o de cualquier otro tipo. Lo importante es que los reconozcas, los desarrolles y los pongas en práctica. Sin embargo, muchos jóvenes cristianos desperdician sus talentos por diversas razones: por miedo al fracaso, por pereza, por falta de confianza, por conformismo o por ignorancia. Al hacerlo, no solo se privan de la satisfacción de cumplir su propósito en la vida, sino que también deshonran al Señor que se los ha confiado.
Por otro lado, cuánto han cumplido algunos aun con pocas oportunidades a su favor. Si Newton no hubiera estado dispuesto a cultivar sus talentos, habría sido siempre agricultor y pastor de vacas y ovejas. Faraday se había ganado la vida como encuadernador, y Pasteur habría muerto siendo curtidor. Dios nos ha proporcionado habilidades y tenemos la responsabilidad de aprovecharlas al máximo. Los jóvenes no deberían excusarse porque no realizan progresos diciendo que no están dotados con la capacidad necesaria para tener éxito. Si ahora usan los talentos que poseen Dios les concederá dones mayores y podrán llevar a cabo aquello que les parecía imposible.
Tus talentos son un regalo de Dios, pero también una gran responsabilidad. Él espera que los uses para su gloria y para el bien de los demás. Dios ha puesto su confianza en ti. Aprovecha esta oportunidad única que tienes de vivir y de hacer una diferencia en el mundo. Tú eres especial y tienes mucho que ofrecer. No desperdicies tus talentos, más bien úsalos sabiamente para la gloria de Dios.
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