Ahora es el tiempo
«Si hoy escuchan ustedes lo que Dios dice, no endurezcan su corazón» (Hebreos 4: 7).
Un visitante recorría con un guía el campo donde se libró la batalla de Waterloo. El guía señaló el muro que había protegido a los veteranos de Napoleón, la trinchera donde estaban escondidos los mosqueteros de Wellington y la fosa común donde fueron arrojados los cuerpos de los muertos.
El guía indicó el camino por donde, a las cuatro de la tarde, pasaron los refuerzos para el ejército enemigo. Luego, dirigiendo su mirada hacia la colina opuesta, agregó: «Y este es el lugar donde el príncipe Jerónimo debería haber ubicado sus piezas de artillería a las tres y media para detenerlos. Pero el príncipe no llegó». Y, maldiciendo a Jerónimo, el guía exclamó: «¡Demasiado tarde, y Francia estaba perdida!».
La historia del príncipe Jerónimo ilustra la importancia de aprovechar el tiempo y las oportunidades que Dios nos da. Con frecuencia, nos vemos tentados a postergar nuestra obediencia a Dios. Sin embargo, la Biblia nos advierte que la vida es corta y que no conocemos el futuro (ver Santiago 4: 14; Proverbios 27: 1). Por lo tanto, es fundamental prestar atención a la voz de Dios en el presente.
Una mujer que tenía mucho tiempo sin asistir a la iglesia decidió asistir a una reunión evangelística, donde fue impresionada por el Espíritu de Dios. En ese instante, reconoció sus pecados y se arrodilló para orar. Una enfermera cristiana que estaba sentada en el mismo banco se unió a ella en oración y le señaló a Cristo como su Salvador. La mujer aceptó el sacrificio de Cristo y salió de la iglesia redimida.
Le dijo a su nueva amiga que le gustaría tener una Biblia. La enfermera decidió regalarle su propia Biblia, la cual llevaba impreso su nombre. Al día siguiente, las compañeras de trabajo de la enfermera en el hospital le comunicaron una triste noticia: «Hoy tuvimos un caso lamentable. Una señora fue atropellada por un autobús y falleció. Lo curioso es que ella llevaba consigo una Biblia con tu nombre impreso».
—¿Dijo algo antes de morir? —preguntó la enfermera.
—Sí —le contestaron—. Dijo: «Gracias a Dios que esto no ocurrió ayer».
Aprovecha el tiempo y las oportunidades, obedece a Dios sin demora y vive con gratitud.