Sé como el rocío
«En medio de muchos pueblos, los que queden del pueblo de Jacob serán como el rocío que envía el Señor, como las lluvias que caen sobre la hierba, que no dependen de la voluntad del hombre» (Miqueas 5:7)
EL VERSÍCULO OUE ACABAS DE LEER es un fragmento de una profecía. Según esta profecía, el pueblo de Dios estaría entre otros pueblos para bendecirlos, y esa bendición se compara con el rocío. En muchos lugares de la tierra, donde la lluvia es escasa, el es la única fuente para humedecer la tierra, a fin de que las plantas tengan suficiente agua para sobrevivir y dar fruto.
En un vaso, añade hielo hasta la mitad. A continuación, vierte agua en su interior hasta llenarlo. Al cabo de unos segundos, observa lo que ocurre en el exterior del vaso. El aire contiene vapor de agua, que al entrar en contacto con el vidrio, ahora helado, forma pequeñas gotas. El rocío se forma de manera similar en las hojas, flores y otras superficies libres durante las primeras horas de la mañana.
Esto también es una realidad en nuestra vida cotidiana. Muchas personas viven como si estuvieran secas, tristes y sin esperanza. Del mismo modo que el rocío trae refrigerio después de un día en el que el sol ha castigado a las plantas con su calor, nosotros debemos proporcionar alivio y fuerza a quienes están enfrentando duras luchas. Solo si estamos conectados con Dios podremos cumplir nuestra misión y ejercer siempre una influencia positiva. Así como el rocío refresca la tierra seca, lleva tú la Palabra de Dios a los demás y experimenta las bendiciones de transmitir esperanza a quienes no la tienen.
