El Dios de la espiritualidad positiva
“Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias por todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).
La santidad se ha asociado a conceptos como el aislamiento y la ausencia de alegría. Por eso han existido a lo largo de los siglos comunidades ascetas que, en busca de la perfección espiritual, han vivido en la renuncia total de lo mundano y en la autodisciplina que somete en todo las exigencias del cuerpo.29 Sometiéndose a sí mismos a penitencias y sacrificios extremos, han tratado de buscar la santidad a través de conceptos bíblicamente extraños.
Es comprensible que, siendo que la santidad no es natural para el ser humano, muchos traten de encontrarla en entornos que tampoco sean naturales, pero es aquí donde necesitamos mirar a Dios para entender la santidad. Porque aun cuando la voluntad de Dios es nuestra santificación, no es algo que Dios espera que produzcamos nosotros solos, sino que él la lleva a cabo en nuestro interior. Pablo dijo a los tesalonicenses: “El mismo Dios de paz los santifique por completo” (1 Tes. 5:23). Él es quien nos santifica, y no nosotros a nosotros mismos.
Nuestra santificación no tiene que ser una experiencia de soledad, aislamiento y penitencia. No tiene que robarnos el gozo de la vida ni hacernos parecer como si fuéramos personas que disfrutan al no disfrutar de nada. Es cierto que el llamado a la santificación nos desafía a abandonar todo aquello que nos separa de Dios, pero también es cierto que hay muchas cosas positivas, agradables y sencillas que contribuyen a nuestra santidad. ¿Qué nos aconseja Dios hacer para tener una vida positivamente santa? Tres cosas.
- Estar siempre gozosos. El cristianismo está basado en buenas noticias, y por tanto promueve el gozo. Ningún favor hacen al cristianismo quienes dicen ser creyentes y viven amargados, enojados y buscando cómo anular la gracia de Dios en ellos y en los demás.
- Orar sin cesar. La oración es algo positivo porque nos conecta con Dios y con los demás al interceder por ellos. No puedes orar y al mismo tiempo estar enojado, amargado y negativo. El que ora tiene esperanza y contribuye a la vida de otros.
- Dar gracias en todo, porque sabemos que ninguna circunstancia podrá impedir que Dios nos ame y que siga ayudándonos a ser salvos.
¡Santos así, se necesitan ahora mismo!
29* Ver Diccionario de la lengua española en línea, “asceta”, en https://dle.rae.es/asceta.