Un aplauso para Dios
“Al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17).
¿Te has fijado en cómo son presentadas las “estrellas”, o los famosos, justo antes de hacer su aparición en un escenario o en un espacio de televisión? El presentador hace una alabanza del personaje y, de inmediato, innumerables cámaras fotográficas comienzan a disparar sus flashes sin parar hasta crear una breve lluvia de luces. Pues así veo a Pablo en el pasaje de hoy: como un presentador anunciando al Personaje de los personajes.
Escribiéndole a Timoteo acerca de su ministerio y de la forma en que la gracia de Dios se ha manifestado en su vida, de repente el apóstol Pablo prorrumpe en esta preciosa alabanza del Señor. Es como si Pablo estuviera presentando ante su público, que es Timoteo, al Personaje que eclipsa a todo otro personaje. Si estamos buscando retratos de Dios para saber cómo es él, aquí Pablo dispara varias veces su flash y, con cada disparo, nos regala un aspecto maravilloso del Único que merece todo honor y gloria.
Él es “el Rey de los siglos”, es decir, el Rey eterno, el que nunca deja de ser, el que permanece por siempre siendo Rey. Reyes ha habido muchos en este mundo, y en algunos países todavía sigue habiéndolos, pero solo uno es el Rey de los siglos.
Él es “inmortal”. Vida no es algo que Dios tiene, sino algo que él es. Dios no puede morir porque morir es lo que ocurre cuando un ser pierde la vida que se le había dado, pero a Dios nadie le ha dado vida, su existencia es generada por él mismo, no depende de nada en el universo. No existe nada ni nadie que pueda interrumpir o modificar la existencia de Dios.
Él es “invisible”, “a Dios nadie le vio jamás” (Juan 1:18), y lo que conocemos de él lo debemos a su misericordiosa autorrevelación, tanto en la Biblia como en la naturaleza, y sobre todo, por medio de la vida de su Hijo Jesucristo. Pero él no es como nosotros, su especie es única, su naturaleza es divina, es un ser distinto, superior. ¡No hay otro como él! Dios es “único”.
Él es “sabio”, lo sabe todo, lo conoce todo, y su conocimiento de las cosas es perfecto porque es infinito en tiempo y espacio.
¿Qué podemos hacer ante un Ser con estas cualidades? Yo sugiero que le demos un aplauso eterno.