
Participación comunitaria
“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacer algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24, 25).
Ethan descubrió el poder transformador de la participación comunitaria. Se dio cuenta de que estar comprometido con la comunidad se trata de difundir el amor de Dios e impactar positivamente a quienes lo rodean. La participación en la comunidad trae alegría y plenitud a su vida, ya que favorece varios aspectos de la persona:
Estimula el amor y las buenas obras. La participación comunitaria comienza con la intención de estimularnos mutuamente al amor y a las buenas obras, como sugiere Hebreos 10:24 y 25. Nos anima a apoyarnos y alentarnos por medio de actos de bondad y servicio.
Promueve la comunión y el aliento. Hechos 2:42 destaca la importancia de la comunión y el aliento dentro de la comunidad de creyentes: “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración”. La participación en la comunidad fomenta este sentido de comunión y aliento mutuo.
Vive el amor de Dios. Participar en la comunidad nos permite vivir el amor de Dios a través de actos tangibles de servicio y compasión. El versículo de 1 Juan 3:18 nos anima, diciendo: “Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad”.
La participación comunitaria es una forma poderosa de profundizar nuestra fe e impactar positivamente en el mundo. Involucra estimular el amor y las buenas obras, fomentar la comunión y el aliento, y vivir el amor de Dios de manera práctica.
Oración: Padre celestial, ayúdame a encontrar comunión y aliento mientras sirvo donde estoy.