No tengas miedo del enemigo
Cuando salgas a luchar contra tus enemigos y te enfrentes con caballos y carros de guerra y con un ejército más numeroso que el tuyo, no tengas miedo. ¡El Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, está contigo! Deuteronomio 20:1, NTV.
El ejército de Israel estaba compuesto de infantería; y nunca perdieron el miedo a los carros armados (Jos. 17:16; Jue. 1:19; 4:3; 1 Sam. 13:5, 6). “Hasta el tiempo de David no tuvieron carros propios (2 Sam. 8:4)” (1CBA, p. 1037). Pero la promesa es que Dios los acompañaría en cada vicisitud de la batalla que tenían por delante. La misma promesa es válida para ti y para mí hoy.
Mientras estaba de reposo médico, mi prometido me propuso matrimonio, y a la vez un viaje de bodas a Europa. Como ya no tenía días de vacaciones ni de enfermedad, solicité que me dieran el tiempo sin derecho a salario. No hubo respuesta por parte del Departamento de Recursos Humanos, y cuando llamé, me informaron de que quien debía aprobar mi ausencia estaba de vacaciones. Muchas otras interferencias ocurrieron, de modo que la solicitud fue aprobada a solo un día de mi boda. La directora de Recursos Humanos se excusó diciendo que yo no había entregado a tiempo mi solicitud, pero le mostré la copia que ella había firmado como muestra de que la había recibido. El Señor peleó por mí una vez más, sea su nombre alabado, y pude casarme y viajar.
Tal como los israelitas, algunas veces enfrentamos oposiciones abrumadoras, ya sea en el trabajo, la escuela, el vecindario o en casa. Nos sentimos desamparadas, pero tal como Dios animó a los israelitas, recordándoles que él estaba siempre con ellos y que ya los había salvado de cualquier peligro potencial, está contigo hoy.
Dios está dispuesto a pelear por ti, aun en la situación más difícil. Cualquiera sea la oposición que enfrentes, puedes hacer tuya la promesa de hoy. Los enemigos podrán parecer fuertes como carros del ejército, pero la presencia de Dios en tu vida te asegura la victoria. Sirves a un Caballero que mantiene y cumple su palabra. Él te promete su presencia, y donde está Dios, no existe la derrota final.
