El desafío
“Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” (Mateo 6:31; NVI).
Imagina lo siguiente: Te levantas a la mañana para ir al colegio. Durante el desayuno quieres tomar la caja de cereales en el preciso momento en que tu hermano la tomó también. Ninguno de los dos quiere ceder y comienzan a tironear hasta que el “ganador” logra quedarse con la caja, pero con el tirón un montón de cereal vuela y queda desparramado por el piso. En ese momento mamá recibe una llamada telefónica, pero casi no puede escuchar porque ustedes siguen discutiendo a los gritos por los cereales.
Luego, en la escuela, dentro del aula, es difícil hablar porque todos quieren hacerlo al mismo tiempo y nadie levanta la mano. En la fila para el kiosco muchos se hacen lugar a los empujones. Otros, dejan tirado en el suelo el envoltorio de sus barritas de cereales. En varios momentos se escuchan “palabrotas” en la conversación, pero de tanto haberlas escuchado ya no resultan ofensivas.
En casa, al prender el televisor, ves que hay un programa cómico, donde se divierten haciendo bromas pesadas a la gente y las celebran como algo digno de valor.
¿Alguna de estas situaciones te resulta familiar? Muchos las hemos visto tantas veces, que ya las consideramos como algo normal y cotidiano. La sociedad en general muestra desprecio por los demás. Pareciera que el lema de cada uno fuera “Yo, y yo primero”, y para lograrlo hasta se pisotea al otro.
Cuando Jesús vino a este mundo, nos planteó un desafío totalmente opuesto. Y figura en el versículo de hoy. Repásalo. Ese versículo es la base del respeto. Jesús vivía a diario tratando con gente de toda clase; sin embargo, su respeto y amabilidad con todos fue inquebrantable.
Y el desafío aún hoy sigue vigente. ¿Lo aceptas? Entonces, no te acostumbres a la falta de respeto que ves cada día. Proponte pensar en los demás primero. Sostén la puerta para que pase otra persona, deja que otro tome primero las cosas, guarda silencio cuando otro habla, no grites ni digas palabrotas por ningún motivo, no seas desconsiderado y recoge la basura que provoques, no mires ni celebres las vulgaridades de la televisión. Como seguidor de Jesús, ¡marca la diferencia siendo respetuoso y amable con todos, siempre! Gabriela