Jueves 12 de Enero de 2023 | Matutina para Adultos | “La gloria venidera en nosotros ha de manifestarse”

“La gloria venidera en nosotros ha de manifestarse”

‘Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. (Romanos 8:18).

Durante años he sido un fiel admirador del grupo Gaither Vocal Band. En una de sus canciones 8 mencionan esos momentos que nos impelen a buscar al Señor con toda nuestra alma. El estribillo repite que a veces nos hace falta una montaña, un mar embravecido o un desierto, para que permitamos a Dios tomar el control de nuestra vida y para que aprendamos a confiar y creer en él. Todo parece indicar que cada momento de dolor se puede convertir en una experiencia que nos ayude a robustecer nuestra fe. Elena de White dijo que “todos los que en este mundo prestan verdadero servicio a Dios o al hombre, reciben una educación preparatoria en la escuela del dolor» (La educación, p. 151). José constituye un buen ejemplo de lo que estamos hablando.

Impulsados por la envidia, los hermanos de José lo vendieron a unos madianitas por “veinte siclos de plata» (Gén. 37:28, LPH). El precio denota que lo consideraban una baratija. En ese instante su vida dio un giro de ciento ochenta grados, y aquel día se convirtió en el peor de su existencia. Algún tiempo después fue vendido como esclavo en Egipto; y allí, en la casa de Potifar, comenzó una enfurecida tormenta, que finalmente lo llevaría a la cárcel. Mientras todo eso transcurría, José “aprendió en pocas horas lo que de otra manera le hubiera requerido muchos años» (Patriarcas y profetas, p. 214). Aproximadamente dos décadas después, al mirar atrás, José comprendió que el que había sido el peor día de su vida había llegado a ser su mayor bendición. Entre llantos, dijo a sus hermanos: “Por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas» (Gén. 45:5, NVI).

A veces nos hace falta una tormenta, una montaña, un mar embravecido o un desierto para que por fin logremos comprender el plan de Dios para nosotros. En las manos del Señor, nuestras más duras experiencias acabarán siendo la antesala de nuestra más grande bendición.

En José se cumple lo dicho por Pablo: “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Rom. 8:18).

8 Sometimes it takes a mountain [Aveces hace falta una montaña].

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