Jueves 27 de Octubre de 2022 | Matutina para Mujeres | La sala de espera

La sala de espera

“Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca” (Fil. 4:5).

Sentada en la sala de espera, Elizabeth Turnage se preguntó si los demás podían oír su corazón latir desesperadamente. Los doctores sospechaban que su hijo de 24 años, que aparentemente gozaba de perfecta salud, tenía un tumor cerebral. El padre de Elizabeth estaba luchando contra un cáncer de próstata de cuarto grado. Ella no podía soportar más dolor. ¡Era demasiado! A medida que los minutos pasaban, al esperar un diagnóstico o cualquier comentario de los doctores, su ansiedad crecía. Su mente comenzó a inundarse de preguntas, hasta desbordar: ¿Y si es cáncer? ¿Y si pierdo mi trabajo? ¿Y si mi hijo se muere? Mientras todos los posibles escenarios bombardeaban su mente como flashes de una película frenética, Elizabeth comenzó a pensar en el cabello de su hijo.

Su hijo siempre había tenido mucho cuidado con su cabello, pero si se sometía a una cirugía y a quimioterapia, lo perdería. Entonces, un pensamiento claro y diferente le vino a la mente: “Los cabellos de mi hijo están contados; ni uno solo caerá a tierra sin que Dios lo note”. Saber que Jesús estaba cerca de él le proporcionó paz en medio de la ansiedad y la soledad de la sala de espera. “En las realidades perturbadoras de una crisis de salud, incluso cuando la muerte es una posibilidad real, debemos persuadirnos de que […] nada puede separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”, dice Elizabeth en The Waiting Room [La sala de espera]. “Esto trae consuelo, paz y esperanza”.

Cuando los médicos confirmaron el temido diagnóstico, Elizabeth pasó incontables horas en salas de espera. Su hijo tuvo cuatro cirugías, en un período de siete meses, que salvaron su vida (incluida una cirugía de emergencia). Cuando la ansiedad respecto de las infecciones y los posoperatorios la atacaba, Elizabeth se aferraba a la verdad de que “el Señor está cerca” (Fil. 4:5). Aunque a muchos nos gusta hacer énfasis en el versículo que le sigue, donde dice que no debemos afanarnos por nada, sino orar, Elizabeth cree que la razón por la cual no debemos llenarnos de ansiedad es que el Señor está cerca. Jesús está con nosotras en la sala de espera, pero también está a punto de regresar y destruir la muerte y la enfermedad para siempre.

Señor, cuando la ansiedad me ataque, recuérdame que estás muy cerca de mí. Aun en las salas de espera de la vida tú haces brillar la luz de tu presencia y me inundas de paz. ¡Nada ni nadie pueden separarme de tu amor!

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