Matutina para Adolescentes, Jueves 17 de Junio de 2021

Sin ediciones

“Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien” (2 Tim. 3:16, 17).

Un día, en un avión, me puse a ver una película de acción. Un equipo de científicos volaba en un pequeño avión sobre la selva, buscando respuestas a fenómenos extraños que la gente había presenciado en la naturaleza. Luego, el avión tuvo algunos problemas y, de repente, todos estaban en el suelo, aturdidos pero sin ninguna explicación de cómo habían llegado allí, salvo por una racha de fuego brevemente visible en el cielo. ¿Había sido un problema del motor? ¿Alguien había saboteado su avión? ¿Se habían estrellado? Las preguntas eran muchas, pero como la película estaba editada, ya que a las aerolíneas no les gusta mostrar películas sobre accidentes de aviación para no asustar a los pasajeros, había desaparecido la escena crucial.

Desde que las aerolíneas comenzaron a mostrar películas a bordo, han eliminado cuidadosamente todo lo que pueda generar nerviosismo. Las películas cuyas tramas se centran en lo aeronáutico ni siquiera se consideran para ser reproducidas. Pero ¿sabías que a veces nosotros también hacemos lo mismo con la Biblia? Citamos los versículos que nos tranquilizan, pero ignoramos los que no nos ofrecen respuestas fáciles. La vida no es fácil. La vida no es amasar pasteles y meterlos a hornear. Pero la Biblia no enseña que la vida sea así: fíjate en sus héroes defectuosos y en las oraciones de su pueblo.

La próxima vez que abras la Biblia, lee algunos Salmos (a menos que llegues al 119, no son muy largos). En pocas páginas encontrarás todo tipo de oraciones: alabanzas, temores, súplicas, frustraciones. El Salmo 8:4 le pregunta a Dios con asombro y admiración: “¿Qué es el hombre, para que en él pienses?” (NVI). El Salmo 10:1 pregunta: “¿Por qué te quedas tan lejos?, ¿por qué te escondes en tiempos de angustia?” El Salmo 13:1 ruega: “Señor, ¿hasta cuándo me olvidarás? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo te esconderás de mí?”

Los Salmos nos muestran que podemos ser completamente sinceros con Dios. Dios no quiere escuchar de nosotros oraciones repetitivas, frases bonitas y elaboradas que creemos que a él le gusta escuchar. Dios quiere comunicarse con nosotros sin barreras, sin inhibiciones y sin ediciones. Dios te dice: Ven, “vamos a discutir este asunto” (Isa. 1:18). Y lo dice en serio.

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