Cuadros en una cueva
“No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved ellugar donde fue puesto el Señor” (Mateo 28:6, RVR 95).
El 12 de septiembre de 1940, cuatro adolescentes entraron en una caverna y realizaron uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo XX: las pinturas rupestres de Lascaux, cerca de Montignac, en el sur de Francia. Apenas podían creer lo que veían. Las paredes y los techos de la cueva estaban cubiertos de pinturas de colores vivos: rojos, amarillos, marrones y violetas. Con una pequeña lámpara en la mano, recorrieron una sala de la cueva tras otra. Manadas de caballos, bueyes y ciervos atravesaban las paredes en estampida. Había ciervos y ganado, leones, bisontes, osos, y lobos.
Cuando los expertos entraron y contaron las imágenes, encontraron más de 1.500 en total, incluidas algunas criaturas míticas. Solo hay una figura humana representada en la cueva: un hombre con cabeza de pájaro. Es evidente que la cueva se utilizaba como centro de caza y de ritos religiosos. Las pinturas pueden estar entre los más bellos ejemplos de arte rupestre del mundo, y tienen miles de años de antigüedad. Pero, lo más impactante es el increíble detalle y la profundidad de los movimientos retratados en cada una de ellas.
Las cavernas de Lascaux se abrieron al público en 1948, pero se cerraron en 1963 porque las luces artificiales desvanecían los vivos colores de las pinturas. Incluso empezaban a crecer algas en algunas de ellas. Desde entonces, se ha abierto una réplica de la cueva y, cada año, pasan por allí decenas de miles de visitantes. Durante siglos, los historiadores y los antropólogos habían pensado que los habitantes de esa zona habían sido bárbaros incivilizados y de aspecto simiesco, pero este descubrimiento los hizo dudar seriamente. Demostró que, al contrario de lo que pensaban, quienes habitaron estas cuevas en el pasado lejano eran inteligentes y estaban culturalmente desarrollados. Quizá vivieron en esta cueva para escapar de una epidemia o de una guerra; o tal vez no vivieron en verdad allí, sino que utilizaban la cueva para eventos especiales.
A lo largo de la historia del mundo, se realizaron muchos descubrimientos dentro de cavernas; pero el mayor de todos los tiempos fue en una cueva vacía cerca de Jerusalén, hace 2.000 años. Aunque, en realidad, no se trata de lo que se encontró en la cueva, sino de lo que no había en ella. Jesús había sido sepultado allí, pero ahora los ángeles decían: “No está aquí, pues ha resucitado”.
Teniendo en cuenta cómo se emocionó el mundo con el descubrimiento de las cuevas de Lascaux, piensa en lo extasiados que debieron de estar los discípulos cuando descubrieron la tumba vacía.
