Lunes 16 de Agosto 2021 | Matutina para Adolescentes | Hospedar ángeles

Hospedar ángeles

“No se olviden de ser amables con los que lleguen a su casa, pues de esa manera, sin saberlo, algunos hospedaron ángeles” (Heb. 13:2).

Iba camino a hacer un recado cuando vi a la anciana que cojeaba adolorida por el arcén de la carretera. Caminaba apoyada en un bastón y su pierna se veía bastante torcida. Era obvio que acababa de bajarse de algún autobús. Cuando terminé de hacer el recado, vi que la anciana continuaba caminando, ya casi un kilómetro más adelante. De repente, un trueno retumbó en la distancia.

Imaginando hacia dónde se dirigía, aceleré mi automóvil y me detuve junto a ella. Al principio, rechazó la oferta de subirse conmigo, mientras me explicaba que había recorrido aquel camino muchas veces ya, y se sentía segura. Cuando le comenté que había altas probabilidades de lluvia, me respondió: “Bueno, si llueve me secaré”. Además, debía desviarme para llevarla a su destino, pues se dirigía a la prisión, a unos 5 kilómetros de distancia. Pero insistí, diciéndole que no tenía problema en llevarla, y que estaría feliz de hacerlo.

Con mucho esfuerzo físico, la anciana logró sentarse en el asiento del copiloto de mi automóvil. Mientras conducía, me contó que había tomado dos autobuses hasta allí. Un pasajero del autobús le preguntó adónde iba y con la ayuda de otra mujer llamaron a su pastor, que no estaba muy lejos. Cuando el pastor llegó, oraron para que Dios le enviara a alguien que pudiera llevarla desde la estación de autobuses hasta la prisión. Yo era la respuesta a esa oración.

Las palabras hebreas y griegas traducidas en nuestras Biblias como “ángel”, en realidad significan “mensajero”, el cual puede ser sobrenatural o humano. Pero cuando Dios envía “ángeles”, parece preferir enviar a los seres humanos. Tal vez por eso es que algunas oraciones demoran en ser respondidas o nunca recibimos respuesta.

Dios espera que alguien responda a la convicción del Espíritu de servir como agente en respuesta a la oración. Lamentablemente, a veces nadie está dispuesto a involucrarse y la respuesta a la oración nunca llega (ver, por ejemplo, Ezequiel 22:30).

Todos podemos ser el “mensajero” de Dios, testificando por el evangelio o ayudando a otros de innumerables maneras. Dale a alguien hoy la oportunidad de hospedar a un “ángel” sin darse cuenta.

GW

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