Lunes 18 de Julio de 2022 | Matutina para Jóvenes | Un ministerio sanador

Un ministerio sanador

«Jesús recorría toda Galilea, enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de todas sus enfermedades y dolencias». Mateo 4: 23

El Señor Jesús ejerció en la tierra el ministerio sanador. Aprovechaba cada curación para inculcar en la mente y el corazón los principios divinos. A través de los milagros devolvía las salud a las muchedumbres y lograba que el corazón de los beneficiados se interesara en las verdades del evangelio. Elena G. de White señala la importancia del ministerio sanador de Cristo en el cumplimiento de su misión: «En el curso de su ministerio, dedicó Jesús más tiempo a la curación de los enfermos que a la predicación. Sus milagros atestiguaban la verdad de lo que dijera, a saber que no había venido a destruir, sino a salvar. Doquiera iba, las nuevas de su misericordia le precedían. Donde había pasado se alegraban en plena salud los que habían sido objeto de su compasión y usaban sus recuperadas facultades. Muchedumbres los rodeaban para oírlos hablar de las obras que había hecho el Señor. Su voz era para muchos el primer sonido que oyeran, su nombre la primera palabra que jamás pronunciaran, su semblante el primero que jamás contemplaran. ¿Cómo no habrían de amar a Jesús y darle gloria? Cuando pasaba por pueblos y ciudades, era como corriente vital que derramara vida y gozo por todas partes» (El ministerio de curación, p. 10).

Hoy Jesús sigue obrando de la misma manera, solo que por medio de su iglesia. María es una dama que conocí hace algún tiempo. Me contó que con un grupo de hermanos visitaron una casa donde fueron atendidas por dos damas. Hicieron la presentación tal cual había sido acordada:

—Somos sus amigos, los adventistas del séptimo día, estamos visitando los hogares para orar por las necesidades de las familias. ¿Tienen algún motivo de oración?

Las anfitrionas dijeron que todos en casa estaban bien, menos un hermano que estaba enfermo. Pasaron a la habitación para observar, y allí encontraron a un joven que yacía de espaldas en un camastro. Pensaban orar por él, pero se dieron cuenta del estado deplorable en que se encontraba, y por eso decidieron hacer algo más: curaron sus llagas, le pusieron otra ropa y cambiaron las sábanas de la habitación. También establecieron un calendario para visitarlo cada semana. Le consiguieron una silla de ruedas y lo sacaban a tomar baños de sol y a pasar algunos momentos en el parque.

Obviamente ese caballero se interesó por el evangelio y le entregó su vida a Jesús. Hoy, @Dios te pregunta: «¿A quién deseas mostrarle mi amor hoy mediante tus actos de servicio? El mundo todavía necesita el ministerio sanador de mis hijos».

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