Lunes 27 de Diciembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | ¿A ti qué?

¿A ti qué?

“Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba… Al verlo, Pedro preguntó: –Señor, ¿y este, qué? –Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más” (Juan 21:20-22, NVI).

Esta es la última pregunta de Jesús registrada mientras estuvo en la tierra como hombre.

Pedro acababa de recibir la orden de alimentar y cuidar a las ovejas. Acababa de renovar su pacto con el Maestro. Pero seguía siendo humano.

Por alguna razón, estamos acostumbrados a compararnos con los demás o a sentir curiosidad o envidia por sus vidas, a querer estar al tanto, aunque esa información no siempre sea de nuestra incumbencia.

No sabemos verdaderamente con qué intención Pedro preguntó esto, pero aunque fue firme en la indicación de redireccionar el rumbo de la conversación, Jesús confirmó una vez más su llamado personal y único.

Está terminando un año. La primera pregunta que Dios nos hace en la Biblia es: “¿Dónde estás tú?” La última que encontramos en los evangelios es, de forma parafraseada: “¿Me seguirás tú?”

“Es deber de cada uno seguir a Cristo sin la ansiedad indebida por la tarea asignada a otros. […] El futuro de Juan, tanto como el de Pedro, estaba en las manos de su Señor. El deber requerido de cada uno de ellos era que lo obedecieran siguiéndolo.

“¡Cuántos son hoy semejantes a Pedro! Se interesan en los asuntos de los demás, y anhelan conocer el deber de estos, mientras están en peligro de descuidar el propio. Nos incumbe mirar a Cristo y seguirlo. Veremos errores en la vida de los demás, y defectos en su carácter. La humanidad está llena de flaquezas. Pero en Cristo hallaremos perfección. Contemplándolo llegaremos a ser transformados” (El Deseado de todas las gentes, p. 755).

Felipe vivió en la misma época que Pablo, e incluso comenzó su ministerio antes que él. No lo vemos intimidado o curioso por el desempeño de Pablo. Felipe cumplió fielmente su tarea desde el principio como hombre separado para el servicio; predicó a muchas personas que se bautizaron, pero también predicó a uno solo y lo bautizó. Predicó en un camino desierto y en grandes ciudades. Sus hijas fueron profetisas y hospedó a Pablo en uno de sus últimos viajes.

Felipe se preocupó por cumplir su parte en su esfera de influencia.

No importa si no eres un “Pedro”, un “Pablo” o un “Juan”. Puedes ser un Felipe. Asegúrate de seguir a Jesús no más.

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