Lunes 23 de Mayo de 2022 | Matutina para Menores | Fuera de Jerusalén

Fuera de Jerusalén

“Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42, DHH).

¿Es siempre fácil obedecer? Claro que no. Aquella vez, Dios mandó a Jesús que hiciera algo muy difícil. Lo importante es el final de esta oración: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Vamos a ver en la Biblia lo que Dios les dice a los niños que hagan. Efesios 6:1, 2 y 3 dice: “Hijos, obedezcan a sus padres como agrada al Señor, porque esto es justo. El primer mandamiento que contiene una promesa es este: ‘Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra’ ” (DHH). Como ves, Dios mismo es quien te dice que seas obediente a tus padres. ¿Qué significa “honrarlos”? Significa que debes mostrarles respeto. Y Dios promete que si obedeces a tus padres, te irá bien.

Voy a contarte la historia de unas personas que se salvaron por ser obedientes. Vivieron hace mucho tiempo en la gran ciudad de Jerusalén. La mayoría de los habitantes no escuchaba a Dios. Por eso, Jesús les advirtió que Dios iba a hacer que la ciudad fuera destruida. También les explicó cómo podían escapar. Les dijo: “Cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, entonces sabrán que ha llegado el tiempo de su destrucción. Entonces los que estén en Judea huyan a las colinas” (Luc. 21:20, 21, NTV).

Pues bien, tal como Jesús dijo, los ejércitos de Roma llegaron para rodear y atacar Jerusalén. Más tarde, por alguna razón, los soldados se marcharon. La mayoría de las personas creyó que el peligro había pasado y se quedóen la ciudad. Pero ¿qué había dicho Jesús que debían hacer? ¿Qué habrías hecho tú si hubieras vivido en Jerusalén? Los que realmente creyeron dejaron sus casas y huyeron a las montañas, lejos de Jerusalén.

Pasó un año entero, y no le ocurrió nada a Jerusalén. El segundo y tercer año tampoco ocurrió nada. Algunos quizá pensaban que los que habían huido de la ciudad eran tontos. Pero al cuarto año, los ejércitos romanos volvieron y rodearon Jerusalén de nuevo. Entonces fue demasiado tarde para escapar. Esta vez, los ejércitos destruyeron la ciudad.

La mayoría de sus habitantes murieron, y los que sobrevivieron fueron llevados prisioneros. Pero ¿qué les ocurrió a los que obedecieron a Jesús? Estaban a salvo, lejos de Jerusalén, y por eso no sufrieron ningún daño. La obediencia los protegió. Sé obediente a los consejos divinos.

Mirta

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