Lunes 28 de Marzo de 2022 | Matutina para Adolescentes | La primera ambulancia

La primera ambulancia

“Lo siguieron por toda aquella región y, adonde oían que él estaba, le llevaban en camillas a los que tenían enfermedades” (Marcos 6:55, NVI).

La primera vez que se utilizó ambulancia en un hospital de los Estados Unidos fue en Cincinnati, Ohio; y su primer día de servicio fue el 28 de marzo de 1866. La ambulancia, una carreta cubierta tirada por caballos, se parecía mucho a los carros de transporte de prisioneros. Un caballo solía ser suficiente para hacer el trabajo. El primer hombre que condujo esa ambulancia fue James Jackson, quien recibía un salario de 360 dólares al año.

Durante los años que siguieron a la Guerra Civil, muchos hospitales de las ciudades más grandes comenzaron a utilizar para sus pacientes los servicios de ambulancias tiradas por caballos. Las enfermeras y los médicos habían aprendido algunas cosas durante la Guerra Civil: se puede salvar vidas si se actúa con la suficiente rapidez, y llevar a los pacientes al hospital puede evitar que los médicos tengan que correr por todo el campo atendiendo a los enfermos. Las tareas de estos conductores de ambulancias solitarios incluían sacar a los médicos de la cama por la noche para atender emergencias y recoger a los pacientes que no eran contagiosos.

Pero los tiempos cambiaron. En la década de 1920, las ambulancias tiradas por caballos ya trabajaban junto a modelos más nuevos impulsados por motores y, pronto, fueron sustituidas por completo por ambulancias de vapor, eléctricas y, finalmente, con motores de gasolina. Hoy, las ambulancias son mil veces más sofisticadas. Y también cuestan mil veces más. Algunos vehículos, con todos sus sistemas y equipos, pueden costar más de 225.000 dólares.

En los días en que Jesús vivía en la tierra, la enfermedad estaba en todas partes. Había personas que no podían ver, oír o hablar; personas con hemorragias internas; y probablemente, los casos más tristes: personas plagadas de lepra. Sin un sistema médico eficaz, ¡imagina la impotencia y el desánimo que sufrían estos pobres pacientes! Los que oían hablar de Jesús se animaban un poco al pensar en Alguien que tenía la capacidad de curarlos, pero ¡todavía necesitaban llegar a él! ¿Cómo? Llamando a la ambulancia, por supuesto. Lejos de ser una camioneta que avanzaba a toda velocidad con luces intermitentes, las ambulancias eran sus amigos, que los recogían, con cama y todo, y los llevaban a Jesús. Siempre era un viaje de ida: Jesús se alegraba de curarlos y ellos podían regresar por sus propios medios.

Piensa que, como aquellos amigos, puede que tú seas la única ambulancia disponible para llevar a la salvación a alguien que te conoce.

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