La oración intercesora
“¡No es posible que hagas eso de matar al inocente junto con el culpable, como si los dos hubieran cometido los mismos pecados! ¡No hagas eso! Tú, que eres el Juez supremo de todo el mundo, ¿no harás justicia?” (Génesis 18:25).
Abraham demostraba genuino interés por los demás cuando oraba por ellos. Le costaba aceptar que todos los habitantes de las ciudades de Sodoma y Gomorra fueran desobedientes, y oró fervientemente pidiéndole a Dios que no destruyera a los justos con los impíos, aunque los primeros fueran un grupo muy pequeño. Él oró porque amaba a las personas.
El tipo de oración que él hizo en esa situación se conoce como oración intercesora. Significa orar por otros cuando no están presentes. Muchas veces, ni siquiera saben que estamos orando por ellos. Puedes orar como Abraham cuando le pides a Dios que bendiga a las personas que viven en tu ciudad, a los gobernantes, a las personas a quienes les compras los productos que consumes, a tus amigos y tus familiares a quienes amas, o a las personas que no han aceptado a Jesús como su Salvador.
La oración intercesora nos recuerda que no somos el centro del Universo, que nuestras necesidades, enfermedades o preocupaciones no son únicas, sino que millones de personas necesitan a Dios también. Este tipo de oración pone a Dios en el centro, como el único que puede bendecir y dar muchas oportunidades a quienes viven sin esperanza.
Por supuesto, Abraham oraba por el futuro de su sobrino. Antes había demostrado su amor por él cuando fue a luchar para librarlo; ahora demostró su aprecio por él mediante la oración. Dios atendió la oración del patriarca al enviar a dos mensajeros celestiales a la casa de Lot para advertirle de la destrucción de las ciudades: “Así fue como Dios destruyó las ciudades del valle donde Lot vivía, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot del lugar de la destrucción” (Gén. 19:29).
Dios mostró su justicia, pues llegó el día en que no toleró más la maldad de las ciudades del valle; pero también mostró su misericordia, ya que estuvo dispuesto a salvar a una sola familia que vivía en medio de la maldad. Esto es una buena noticia. Si estás en un entorno escolar o local donde nadie respeta a Dios, sino solamente tú, Dios te ve, te ama, te protege y te salva.