Martes 01 de Febrero de 2022 | Matutina para Adolescentes | Un telescopio de cinco metros

Un telescopio de cinco metros

“E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señoreara en la noche; e hizo también las estrellas” (Génesis 1:16, RVR 95).

¿Te imaginas un telescopio de más de cuatro metros? El telescopio más grande que la mayoría de la gente podría tener en su casa mediría de diez a quince centímetros de diámetro, y las cosas se verían bastante grandes al mirar a través de un lente de ese tamaño. Multiplica por 32 un telescopio de 15 centímetros, y tendrás una idea de lo realmente grande que sería.

En este día de 1949, un telescopio así de grande se hizo realidad en el Observatorio de Monte Palomar en San Diego, California.

Tenía un lente convexo de 5 metros de diámetro que pesaba 20 toneladas. Es decir, 18.000 kilos de vidrio sólido. El lente tardó 11 meses en enfriarse a partir de su estado líquido fundido y, luego, 11 años en esmerilarse y pulirse. Se necesitaron 22 años para producir este telescopio gigantesco. Cuando al final se terminó, apuesto a que mucha gente se sintió aliviada. Todo ese trabajo había valido la pena porque ahora los humanos podían ver objetos celestes a 9 sextillones de kilómetros de distancia. ¡Eso sí que es un largo, largo camino! Es difícil entender esa distancia, pero los expertos nos dicen que equivale a 9.000 millones de trillones de kilómetros. Eso es un 9 con 21 ceros detrás. La luz de las estrellas que puede ver este telescopio fue emitida hace más de 100 millones de años luz y viajó a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo.

Es sorprendente pensar que Dios tiene estrellas tan, pero tan lejos. Y eso es solo una gota en el océano. Sabemos que Dios no tiene un día de nacimiento porque siempre ha sido. Y sabemos que disfrutó creando nuestra Tierra, porque cuando terminó la declaró muy buena. Por lo tanto, parece razonable creer que nuestro planeta no fue su primer proyecto, que su pasatiempo es crear cosas desde que existe, moldeando soles y planetas, organizando sistemas solares, y experimentando con diferentes modelos de galaxias.

¡Qué asombroso e infinito es él, en verdad, para diseñar y realizar todas estas obras maestras! Más fascinante aún es que podamos observar sus creaciones, que nos dejan atónitos e inspiran nuestra alabanza. Pero, lo más asombroso de todo es que nos da la oportunidad de ser sus hijos e hijas, y heredar el vasto universo que vemos a través de te­lesco­pios como el de Monte Palomar. Todo lo que debes hacer para convertirte en una hija o un hijo del gran Diseñador es invitarlo a entrar a tu corazón.

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