Martes 17 de Enero de 2023 | Matutina para Menores | Sem y Nacor

Martes 17 de Enero de 2023 | Matutina para Menores | Sem y Nacor

Sem y Nacor

“Estos fueron los descendientes de Sem. Dos años después del diluvio, cuando Sem tenía cien años, nació su hijo Arfaxad. Después de esto, Sem vivió quinientos años más, y tuvo otros hijos e hijas” (Génesis 11:10, 11).

En Génesis 11:10 al 26 encontramos una genealogía muy importante: son los descendientes de Sem (uno de los tres hijos de Noé). El propósito de esta lista de nombres es llevarnos hasta Abram, a quien Dios llamó para formar un pueblo especial; especial porque sería el pueblo de Jesucristo.

Me gustaría que pienses en la importancia del tiempo. Sem vivió 600 años; pero, Nacor vivió 148 años (Gén. 11:24, 25). ¡Una gran diferencia! Sem vivió 452 años más que Nacor. De ahí en adelante, nadie iba a vivir tanto tiempo como Sem. Al contrario, la edad disminuiría. Por ejemplo, Moisés vivió 120 años, y cuando escribió el Salmo 90 anticipó que: “Setenta son los años que vivimos; los más fuertes llegan hasta ochenta […]. ¡Los años pronto pasan, lo mismo que nosotros!” (vers. 10).

Puedo imaginar que Nacor vivió más aprisa que Sem, pues no tenía tiempo que perder. Iba a vivir mucho menos que sus antepasados. Si estuviera entre nosotros, no malgastaría los minutos en actividades insignificantes como estar horas ante pantallas. Tampoco podía darse el lujo de posponer sus deberes. Nosotros también tenemos que ser cuidadosos con el tiempo, pues los minutos que ya pasaron nunca regresarán. En realidad, de las 24 horas diarias, un tercio, o sea 8, las pasamos durmiendo. ¡Pasamos un tercio de la vida dormidos! El tiempo que tenemos para estudiar, jugar y trabajar son dos tercios de nuestra vida. Así, estamos obligados a usar de manera sabia el tiempo de cada día.

Sería sensato que, junto con tus padres, hicieras un plan de actividades diarias. Así podrás aprovechar mejor cada día, dedicarle más tiempo a lo importante y menos a lo trivial.

Con una buena distribución, podrías leer cada mes un libro diferente, aprender un oficio, practicar un deporte al aire libre, cooperar en las tareas del hogar, cumplir con tus tareas escolares, entre otras actividades que valorarás más cuando seas adulto. Sobre todo, separa cada día tiempo para orar y estudiar tu Biblia.

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