Algo mejor
“Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre” (Hebreos 6:10).
¿Hay en tu vida algún mal hábito que te ha costado superar? ¿Algún pecado acariciado? Quizá te pueda ayudar la experiencia de Benjamín, de la cual escriben Mark Finley y Steven Mosley (Una religión eficaz, pp. 49-59).
Benjamín había viajado por toda Europa en busca de curación para sus dolencias, pero sin resultado alguno. El caso es que en una de sus consultas se topó con un médico cristiano, el Dr. Paul Tournier, quien percibió que los problemas de salud de Benjamín no eran de naturaleza física sino espiritual. Por supuesto, el médico no se lo dijo. En cambio, le pidió que le hablara de su vida.
Entre otras cosas, Benjamín le contó que, cuando su hijo era todavía muy pequeño, su madre lo llevó a visitar a sus abuelos en el extranjero. Cuando llegó el tiempo de regresar, Benjamín le pidió a su esposa que regresara sola y que dejara al niño con sus abuelos. Ella así lo hizo, pero la idea no pudo ser peor porque el niño enfermó y al poco tiempo murió. Esa tragedia, en opinión del Dr. Tournier, marcó el comienzo de los problemas de salud de Benjamín.
Sin rodeos, le dijo que ante él se extendían dos caminos. Uno, el que hasta ahora había seguido y que lo había mantenido de clínica en clínica. El otro, el que el Señor Jesucristo lo invitaba a transitar. Un camino que nunca transitaría solo, pues Jesús siempre lo acompañaría.
–Quiero elegir la ruta del Señor Jesucristo –dijo Benjamín–. Pero necesitaré ayuda.
Fue así como Benjamín comenzó a estudiar la Palabra y a orar. A medida que lo hacía, hablaba cada vez menos de sus problemas de salud. Llegó el día en que decidió realizar “algunas obras de amor”, comenzando con su propia esposa: le pidió perdón por haberla herido, le habló del amor de Dios y le propuso que reanudaran su relación.
¿Cuál había sido la clave de su transformación? Su decisión de realizar “algunas obras de amor” lo colocó en la ruta de la victoria; la ruta en la que vencemos con el bien el mal; en la que reemplazamos la vieja vida, los viejos hábitos, por una vida nueva. Este es un buen día para reemplazar lo peor con lo mejor; una nueva vida en la que Jesús es el centro y en la que realizamos “algunas obras de amor” para la gloria de su nombre.
Padre celestial, ¿qué obras de amor podría yo realizar hoy, que glorifiquen tu nombre?