Martes 26 de Octubre de 2021 | Matutina para Mujeres | Somos un breve espacio de tiempo

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Somos un breve espacio de tiempo

“La hierba se seca y la flor se marchita cuando el soplo del Señor pasa sobre ellas. Ciertamente la gente es como hierba” (Isa. 40:7).

El placer de vivir parece ser un privilegio que pocos disfrutan. En medio del ajetreo cotidiano, de las apremiantes necesidades (reales e imaginarias) y de la frustración por los deseos no satisfechos, nos nega­mos el derecho de ser felices y no pensamos en la brevedad de la existencia en este planeta. César Lozano, en su libro El placer de vivir, dice que “hay gente que está, pero que literalmente no vive, y mucho menos vive con alegría; vi­vimos por vivir. Mientras avanza el tiempo, el hastío y la rutina se apoderan poco a poco de nuestros actos”. 

Si te pones a pensar en cuáles son las cosas que te roban la paz y la tran­quilidad, te darás cuenta de que la mayoría de ellas son insignificantes, com­paradas con la inmensidad de placeres sencillos que nos brinda Dios cada día a través de sus bendiciones. El pan en la mesa, la conversación tranquila con alguien a quien amamos, los matices del atardecer en el cielo y la lumi­nosidad del amanecer son espectáculos maravillosos que no disfrutamos por estar sentadas frente al televisor, con los ojos fijos en el celular o con la mente puesta en los agobios de la jornada de ayer o del día que nos espera. 

Ver noticias trágicas todo el día te predispone a un sueño intranquilo; asi­mismo, escuchar chismes, chistes indecorosos y burlas al prójimo provocan toxicidad.

Añade a tu lista de amigos personas positivas que confíen en Dios; estas personas son transmisores de paz, positivismo, motivación, optimismo y alegría sin par. Vuelve a disfrutar de ese gozo sencillo que tal vez se ha ido apagando en tu vida por esos hábitos de ajetreo y distracción que te separan de lo que realmente llena el alma.

Y cuando enfrentes la adversidad, no uses la queja como herramienta para erradicarla; lejos de ayudarte, jugará en tu contra. Lo que debes hacer es bus­car en Dios la fortaleza que te falta para actuar ante la injusticia, y buscar también a personas que entiendan cómo te sientes y puedan ser una fuente de consuelo para ti.

Corta los pensamientos automáticos negativos que lle­gan a tu mente y potencia aquellos que te hagan encontrar la forma de me­jorar y aprender de la adversidad que estás enfrentando.

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