Matutina para Adolescentes, Miércoles 30 de Junio de 2021

Anna – parte 2

“Querido hermano, pido a Dios que, así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud” (3 Juan 2).

Era sábado en la noche y bajábamos por la interestatal 95 en dirección a Florida. El conductor del autobús hizo una parada. Se trataba del viaje de graduación, una oportunidad más para crear recuerdos con los compañeros de clase.

Visitamos un montón de lugares en una semana, desde pistas de carritos hasta el parque Universal Studios en Orlando; además de parques de agua y un relajante paseo en flotador por un río. Greg se la pasó cantando.

Heather se bronceó de más en la playa de San Agustín, y tuvo que usar una capa gruesa de protector solar y un paraguas durante el resto del viaje. Me parece que hasta molestábamos a nuestros vecinos playeros con nuestra algarabía grupal.

Sin embargo, el recuerdo de Anna que permanece grabado en mi memoria es de ella sentada sola fuera del autobús en el parque acuático, leyendo una novela. Aunque la invitamos a que se metiera con nosotros al agua, ella prefirió quedarse con su libro. Como usted disponga, señorita, o en este caso, lo que usted no disponga.

Después del fin de semana de graduación, perdí el rastro de la mayoría de mis compañeros de clase. Me mantuve en contacto con los más cercanos, e incluso fui a la universidad con mi amigo Tom, pero desafortunadamente, perdí el contacto con casi todos. Incluyendo a Anna.

Pero tuve una agradable sorpresa durante un reencuentro de graduados diez años después.

–Hola, Tompaul, ¿cómo estás?

Eso me dijo una linda joven que me abrazó y actuó como si me conociera de toda la vida, así que le devolví el abrazo. Una vez que nos separamos, le dije:

–Estoy bien. ¿Cómo estás… Anna?

–Yo estoy muy bien –dijo, señalando a un hermoso bebé que bostezaba en un cochecito–. Este es mi hijo.

Estuvimos conversando un buen rato. Si me hubiera cruzado con ella en la calle no la habría reconocido. Era una persona completamente diferente: extrovertida, divertida y comunicativa. Le pregunté por qué había decidido venir a estudiar a nuestra escuela.

–La gente no era muy amigable en la otra escuela donde estaba, sino más bien un poco petulante, así que decidí cambiar de escuela durante el último año. Ustedes me recibieron con los brazos abiertos y fueron muy buenos conmigo.

Quién lo habría pensado.

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