Mayordomía fiel
“Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (Salmo 24:1).
Nathan testifica del poder transformador de la administración responsable mientras gestiona su tiempo, talentos y tesoros para la gloria de Dios. Su vida es un ejemplo inspirador de cómo la administración no es solo un deber, sino una respuesta alegre a la propiedad de Dios. Veamos los principios bíblicos que inspiran el accionar de Nathan.
Propiedad de Dios. El Salmo 24:1 nos recuerda que, en el mundo, todo pertenece al Señor. La administración comienza con el reconocimiento de la propiedad de Dios sobre todos los aspectos de nuestra vida y con la comprensión de que somos simples administradores de sus bendiciones.
Responsabilidad y rendición de cuentas. El pasaje de Mateo 25:14 al 30 presenta la parábola de los talentos, que enfatiza nuestra responsabilidad de gestionar sabiamente los recursos que Dios nos ha confiado. La administración implica rendir cuentas sobre cómo utilizamos nuestro tiempo, talentos y tesoros, ya que un día daremos cuenta a nuestro Maestro celestial.
Generosidad y propósito. 2 Corintios 9:7 nos anima a dar con alegría y propósito. La administración abarca una gestión sabia y también un corazón generoso. Así, usamos nuestros recursos para promover el Reino de Dios, bendecir a otros y cumplir nuestro propósito dado por Dios.
Nathan demuestra la belleza de la administración fiel: reconocer la propiedad de Dios, asumir la responsabilidad, rendir cuentas y vivir con generosidad y propósito. Como administradores fieles, honramos a Dios, contribuimos a su obra y encontramos satisfacción en que nos confíe sus recursos.
Oración: Reconozco, Señor, que todo te pertenece a ti. Ayúdame a ser un administrador fiel del tiempo, los talentos y los tesoros que me has confiado.