El Señor del sábado
“Jesús caminaba un sábado entre los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas de trigo y a comer los granos. Los fariseos lo vieron, y dijeron a Jesús: ‘Mira, tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado’ ” (Mat. 12:1, 2).
El sábado es un tema controversial, y lo ha sido durante al menos dos mil años. En los días de Jesús, la gente discutía sobre cómo guardarlo. Actualmente, muchos cristianos argumentan que no necesitamos guardarlo, pero los versículos de la Biblia que citan en realidad demuestran lo contrario. El Nuevo Testamento deja claro que Jesús guardó el sábado como debe guardarse, librándonos de las expectativas legalistas (humanas) que se le imponen.
Cuando los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de transgredir el sábado recogiendo granos para comer, Jesús les recordó cuando el rey David y sus hombres habían comido alimentos que estaban reservados para los sacerdotes del templo. “¿O no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes en el templo no cometen pecado aunque no descansen el sábado? Pues les digo que aquí hay algo más importante que el templo. Ustedes no han entendido el significado de estas palabras: ‘Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios’. Si lo hubieran entendido, no condenarían a quienes no han cometido ninguna falta. Pues bien, el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el sábado” (Mat. 12:5-8).
Jesús les dijo a los fariseos que aunque su celo por el sábado era admirable, habían perdido completamente su significado. El sábado fue hecho para bendecirnos y para que nosotros seamos una bendición para otros, pero lo habían convertido en una carga y una maldición. La reprensión de Jesús enfureció más a los fariseos. Cuando entró en la sinagoga, le llevaron a un hombre con una mano tullida y pusieron a Jesús a prueba: “¿Está permitido sanar a un enfermo en sábado?” Jesús señaló su hipocresía: “¿Quién de ustedes, si tiene una oveja y se le cae a un pozo en sábado, no va y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, sí está permitido hacer el bien los sábados” (vers. 11, 12). Luego, pidiéndole al hombre que extendiera la mano, Jesús les dio una lección visual que nunca olvidarían, curándole la mano ante sus ojos.
Los fariseos se enfurecieron y comenzaron a planear la muerte de Jesús. Si iba a insistir en transgredir el sábado haciendo el bien, tendrían que contrarrestarlo haciendo el mal.
KS, TW