Matutina para Adultos, Martes 25 de Mayo de 2021

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Solidarios y sensibles

“Porque, en las grandes tribulaciones con que han sido probadas, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Corintios 8:2).

En 2 Corintios 8, el apóstol Pablo anima a los corintios a contribuir en favor de los pobres de Jerusalén; de esta manera, demuestra lo importante que es ayudar a los necesitados. Para motivarlos, reconoce una ayuda anterior y cita el ejemplo de Cristo, quien, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos.

Además, el apóstol recomienda a la iglesia a su amigo Tito, joven ministro y compañero en las luchas de la predicación del evangelio.

Dos lecciones se destacan en este capítulo. La primera se refiere a la solidaridad.

Cuando alguien está en necesidad, la iglesia local debería unirse para ayudar. No debemos esperar a que el Gobierno, otros organismos o la iglesia organizada ofrezcan ayuda; las personas más próximas a quien está necesitado deben demostrar apoyo solidario.

La segunda lección se refiere a la sensibilidad de Pablo hacia su amigo Tito, a quien reconoce y recomienda como fiel colaborador.

La solidaridad es adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles. La solidaridad nace en el corazón de Dios, quien se despojó a sí mismo y demostró su amor descendiendo, poniéndose a nuestra altura y ofreciendo su vida para saldar nuestra deuda. Él colocó su riqueza para que nosotros, pobres, podamos ser ricos en él.

En nuestro trato diario, perdemos mucho por la falta de solidaridad mutua. Algunos quedan encerrados en su propio egoísmo sin mirar las necesidades de su prójimo, y de esa manera no cumplimos ni la misión ni el ejemplo que el Señor nos ha dejado. Si Dios es nuestro Padre, somos hermanos y dependemos unos de otros para ser felices.

Elena de White nos desafía: “El que trata de transformar a la humanidad debe comprender a la humanidad. Solo por la solidaridad, la fe y el amor pueden ser alcanzados y elevados los seres humanos. En esto, Cristo se revela como el Maestro de los maestros: de todos los que alguna vez vivieron en la tierra, él solo posee una perfecta comprensión del alma humana” (Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 84).

Ayudar a las personas necesitadas no es una opción, sino un estilo de vida de quien ha aprendido que todos los bienes y las oportunidades que tenemos deben servir para ayudar a quien necesita. Porque “el propósito de la vida humana es servir y mostrar compasión y voluntad de ayudar a los demás” (Albert Schweitzer).

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