Ora et labora
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3:9).
Como colaborador de Dios, Pablo presenta en este capítulo algunas enseñanzas simples y profundas:
1-Dejar el conocimiento superficial, para obtener el conocimiento más complejo y más profundo. Después de todo, no podemos pasar la vida tomando leche; eso es cosa de niños.
2-Discordar y dividir no son comportamientos de cristianos; esto es comportamiento de quien no conoce a Dios.
3-Actuar como fieles colaboradores de Dios e integrando a otros en ese equipo de cooperadores. Por eso, no tiene sentido discutir quién es mejor y quién es mayor, quién predica mejor o quién sabe más. Todos somos colaboradores de Dios.
4-Reconocer siempre que Cristo es el único y suficiente fundamento de nuestra vida. Nada ni nadie puede ni debe sustituir ese fundamento.
5-Permanecer santos, cuidando también nuestra salud porque somos el templo de Dios.
6-La vida verdadera se fundamenta en Cristo, porque él es el único y suficiente Fundamento. Cuando comprendemos y vivimos eso, nos convertimos en colaboradores de Dios en la predicación del evangelio.
Así, en virtud de sus sueños y de su nuevo oficio, formó parte del equipo que restauró el famoso teatro Colón, en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Con alegría y brillo en sus ojos, esto declaró en la fiesta de reinauguración: “Es como devolverle la vida a algo que estaba muerto”. La confianza en Dios y el trabajo duro le permitieron ser parte del equipo restaurador de uno de los centros culturales más importantes del mundo, que estaba deteriorado por el paso del tiempo.
Nosotros también vivimos en un “cementerio”, porque la paga del pecado es la muerte. Pero fuimos llamados a ser colaboradores de Dios a fin de restaurar vidas.
Tenemos el privilegio de restaurar vida en algo que estaba muerto, participar de la “fiesta de reinauguración” del Reino de Dios y formar parte de ese Reino para siempre. Somos llamados a ser colaboradores de Dios para “ser pescadores de hombres, no guardianes del acuario” (Mike Francen).