Matutina para Adultos | Viernes 14 de Marzo de 2025 | No hay calumnia inocente

Matutina para Adultos | Viernes 14 de Marzo de 2025 | No hay calumnia inocente

No hay calumnia inocente

«Pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado» (Mateo 12: 37).

Mutila y puede matar. Destroza corazones y destruye vidas. Es cobarde, ladina y maliciosa, y cuanto más caso se le hace más crece. Cuanto más se repite más se la cree. Reina en todas las esferas de la sociedad, pero sobre todo entre los envidiosos y entre los que más poder ambicionan. Sus víctimas suelen ser impotentes porque no pueden protegerse de ella. Es anónima y nunca da la cara. Resulta muy difícil frenar sus movimientos. Cuanto más se intenta detenerla más se esconde. No respeta a nadie. Cuando destruye una reputación ya nunca se puede restaurar del todo. Es capaz de derribar gobiernos, de destruir matrimonios y de hacer llorar a los más inocentes. Todos la conocemos: es la calumnia.

Ya decía Cicerón, casi un siglo antes que Cristo: «Nada hay tan veloz como la calumnia; ninguna cosa es más fácil de lanzar, más fácil de aceptar, ni más rápida en extenderse». Y daba el siguiente consejo a las víctimas de quienes se dejan llevar por la tentación a proferirla: «Cuando te hiera la lengua de la calumnia, consuélate diciendo que no son los peores frutos los que pican las avispas».

Mucho antes, la Biblia ya nos enseñaba a orar con el salmista para prevenir la calumnia: «Señor, pon guarda en mi boca, guarda la puerta de mis labios» (Sal. 141: 3).

La calumnia pública es frecuente en el mundillo de la política, cuando la falta de argumentos convincentes se sustituye por ataques personales, o ad hominem. «Calumnia, que algo queda», parecería ser el lema de muchos de los portavoces de nuestros partidos políticos. Aunque el dicho popular afirme, sin duda con bastante razón: «Piensa mal y acertarás», el cristiano debe seguir un lema diferente: «Piensa bien, aunque no aciertes» (cf. Fil. 4: 8).

Alguien imaginó cómo podrían ser algunas de las antibienaventuranzas del diablo:

• Desgraciados los que se creen tan santos que solo encuentran defectos en los demás, porque de ellos es ya mi reino.

• Desgraciados los eternos descontentos que se quejan de todo, porque siempre serán escuchados por mis aliados.

• Desgraciados los que tienen hambre y sed de escuchar chismes y embustes, porque nunca serán saciados.

• Desgraciados los malpensados que sospechan de todos, porque serán llamados mis hijos.

• Desgraciados los que leen estas líneas y piensan que solo van destinadas a quienes ellos saben, ¡porque ya están cayendo en mis redes!

Señor, líbrame hoy de condenarme o de condenar a otros con mis malas palabras.

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