Matutina para Jóvenes | Domingo 06 de Octubre de 2024 | De vuelta a casa

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De vuelta a casa

«Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios» (Juan 1: 12).

Tom Inglés fue capturado por los indios shawnee el 8 de julio de 1755, cuando tenía cuatro años. Tom creció sin saber una palabra de inglés ni conocer la forma de vida de su pueblo. A él le gustaba su cabaña india, con su alfombra de piel de oso y su fuego acogedor. Se vestía como los niños indios, comía los mismos alimentos y jugaba los mismos juegos. Sin embargo, se daba cuenta de que era diferente. «¿Por qué mi piel y mi cabellos son más suaves que los de ustedes?», preguntó a su mamá india. «Yo me parezco más a comerciante francés que a ti o a papá». «Es que tú no naciste como indio», le explicó la mujer. «Tu familia fue capturada por los guerreros shawnee. Te trajeron a nuestra aldea, y no sabemos qué le pasó al resto de tu familia».

En realidad, la verdadera madre de Tom y su padre habían huido a Virginia y estaban buscando a su hijo perdido. Después de años, recibieron noticias de que su hijo se encontraba en una aldea shawnee cerca del río Scioto. Decidieron enviar a un mensajero con cien dólares como rescate para traerlo de vuelta. Sin embargo, Tom se negó a abandonar su hogar indio. Aunque simuló estar contento de marcharse, esa noche desapareció y regresó a su hogar entre los shawnee.

Más tarde, el señor Inglés mismo volvió con el mensajero para tratar de persuadir a su hijo a que viniera al hogar. Cuando Tom vio al hombre que decía ser su padre, se dio cuenta de que lo que le habían dicho era verdad. «En realidad nos parecemos», dijo mediante un intérprete. «Creo en tus palabras. Estoy dispuesto a acompañarte a donde quieras llevarme».

La historia de Tom Inglés muestra el poder de la identidad y la pertenencia. Él prefería a los indios shawnee sobre su familia biológica, ya que se había criado con ellos y adoptado su cultura. Aunque al final comprendió su verdadero origen y regresó a su hogar.

Nosotros también tenemos una doble identidad: vivimos en el mundo, pero somos hijos de Dios. ¿Qué puedes hacer para mantener tu identidad cristiana en un mundo que no comparte tus valores? Busca cada día tu verdadera identidad en Cristo.

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