“MIRROR”
Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Colosenses 3:11.
Uno de los programas comunitarios que más me gusta de la Universidad Andrews se llama MIRROR, cuyas siglas (Motivating Inclusive Relationships and Respect of Others through Reflection: Motivando relaciones inclusivas y de respeto hacia los demás a través de la reflexión) forman la palabra que significa “espejo”. Un buen juego de palabras, porque no hay mejor reflejo de lo que somos que lo que se ve de nosotros en los demás.
Si somos cristianos, la inclusión es una actitud fundamental. Ante la diferencia debemos reaccionar con apertura, no con rechazo. Puede que nos choque una vestimenta, un tipo de comida, una forma de relacionarse, una manera de vivir la vida, pero no debemos nunca olvidar que, tras esas diferencias, hay una persona. Como bien dice Pablo, “Cristo es en todos”. Qué concepto tan hermoso, qué experiencia tan estimulante: ver a Jesús en cada persona. No queremos rechazar a Cristo, y recordemos que al dar la espalda a otro, eso es lo que estamos haciendo. Seguramente ejercitar la inclusión nos saque de nuestro espacio de confort, pero no sabes lo que te estás perdiendo si no lo practicas.
Si somos cristianos, el respeto debe formar parte de nuestra naturaleza. Vivimos en una sociedad que hace esfuerzos por incorporar la tolerancia en cada persona. Es una buena propuesta, pero mejor es desarrollar el respeto. ¿Por qué? La tolerancia nos enseña a aguantar las cosas que nos desagradan, pero el respeto nos instruye en el arte de ver lo mejor de los demás. Si “Cristo es el todo”, nuestra manera de entender la vida es diferente porque su talante se nos impregna. Jesús amaba tanto, que era capaz de contemplar en cada persona lo mejor de ella. Nosotros hemos de apreciar tanto, que el respeto surja de forma natural.
Me gusta pasear por la Universidad Andrews y ver cómo me reflejo en los demás. Algunas veces, he de reconocerlo, veo que debo modificar ciertas actitudes. Otras, y doy gracias al Señor por ello, observo que me parezco algo más a Jesús. ¡Hay tantas diferencias que nos hablan de un Dios creativo! A él le gusta la variedad de colores, formas, pensamientos y sueños.
Anhela, además, que nos aferremos a su arcoíris, que comprendamos sus modos, que disfrutemos su manera de pensar y que compartamos su sueño: él en todo y en todos.
