Matutina para Jóvenes | Domingo 25 de mayo de 2025 | Cicatrices en la cara

Matutina para Jóvenes | Domingo 25 de mayo de 2025 | Cicatrices en la cara

Matutina para Jóvenes

«Ustedes no recibieron un espíritu que los haga esclavos del miedo» (Rom. 8:15, NBV)

Hace poco leí sobre un experimento bastante interesante y revelador. Cada participante ingresó a una habitación sin espejos ni superficies reflectantes, donde un maquillador profesional les dibujaba una cicatriz en el rostro y luego se las mostraba en un pequeño espejo de mano. El experimento consistía en que los participantes debían asistir a entrevistas de trabajo y posteriormente describir cómo los demás reaccionaban ante sus cicatrices. Lo interesante es que justo antes de salir a la entrevista, el maquillador regresaba para «retocar» la falsa herida, pero, en realidad, la eliminaba sin que el participante se percatara.

Al regresar, la mayoría de los participantes informaron de elevados niveles de discriminación por parte de los entrevistadores. Afirmaron que los entrevistadores miraban intensamente la cicatriz e incluso otro grupo significativo señaló que los entrevistadores hacían comentarios negativos relacionados con la cicatriz. ¡Imagina la sorpresa de los participantes al descubrir que en realidad ninguno llevaba cicatrices en la cara!

Este experimento ilustra la notable influencia que puede tener la mente humana y, al mismo tiempo, destaca lo perjudicial que puede resultar cuando internalizamos una realidad negativa que solo existe en nuestra mente. Una parte significativa de los problemas de ansiedad y depresión que observamos en la actualidad se atribuye al convencimiento dentro de nuestra sociedad de que somos víctimas o blanco de los ataques de los demás. Sin embargo, en la Biblia encontramos un Dios que busca alterar nuestra percepción de nosotros mismos para transformarnos y convertirnos en instrumentos para cambiar el mundo.

En el desierto, Dios luchó con los complejos de esclavitud que Israel había heredado de Egipto y les demostró que ya no eran esclavos, sino su «tesoro especial» y «reino de sacerdotes y nación santa» (Éxo.

19:5-6, NVI). En el Nuevo Testamento, Jesús luchó con los complejos de grandeza y superioridad de sus discípulos y les enseñó el camino del servicio (Luc. 22:24-27).

Hoy, Jesús anhela entrar en tu vida y transformar la manera en que te percibes a ti mismo. ¿Contra cuáles complejos crees que tendrá que luchar? Al final, su deseo es que te veas como lo que eres: un hijo o una hija de Dios (1 Juan 3:1).

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