La historia de dos aprendices
«Aprovechen bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5: 16).
Hace algunos años, en un gran taller de carpintería trabajaban dos aprendices. Uno era juguetón y revoltoso, mientras que el otro era muy aficionado al estudio. Durante los ratos de ocio o después del trabajo, siempre se le veía con algún libro en la mano o aprendiendo a dibujar. El primer aprendiz trataba constantemente de persuadirlo para que abandonara sus actividades y fuera a divertirse con él, pero el otro le respondía: «Prefiero seguir estudiando. Si no aprovecho estos momentos, nunca sabré todo lo que puedo aprender ahora».
Este aplicado aprendiz encontró un anuncio en el periódico sobre un concurso de planos para una casa en un pueblo cercano que funcionaría como oficinas administrativas del municipio. Se ofrecía un premio de dos mil dólares al autor que presentara el mejor plano para el edificio. A pesar de no estar seguro de ganar, decidió esforzarse y preparar un plano con esmero para enviarlo al concurso. Poco tiempo después se presentó en el taller un caballero preguntando si estaba allí un arquitecto llamado Washington Wilberforce. «No, señor —contestó el maestro carpintero—. Aquí no hay ningún arquitecto, pero sí trabaja un aprendiz que tiene ese nombre».
El visitante se acercó al joven y le comunicó que su diseño había sido seleccionado para ganar el premio de dos mil dólares. Con el tiempo, este joven emprendedor se convertiría en uno de los arquitectos más conocidos y respetados de los Estados Unidos.
Del mismo modo, tú puedes aprovechar el tiempo para aprender y desarrollar tus habilidades. Puedes convertir tu tiempo en sabiduría, conocimiento, destreza, profesión, dinero y satisfacción. Puedes convertirlo en bienestar y alegría para los que sufren y están necesitados. Tú también puedes, con la ayuda de Dios, convertirte en un joven o una señorita excepcional. El aprendiz que se dedicó al estudio logró convertirse en un arquitecto exitoso y reconocido, mientras que el otro no logró trascender. El esfuerzo y la perseverancia siempre serán recompensados.
Y tú, ¿a qué dedicas tu tiempo? ¿Qué metas tienes para tu futuro? Toma hoy la determinación de aprovechar tu tiempo al máximo y Dios recompensará tus esfuerzos con su bendición.
