
¿De qué tamaño es tu copa?
“Mi copa se desborda de bendiciones” (Sal. 23:5, NTV)
Mientras estudiaba sobre algunas tradiciones judías, descubrí un ritual conocido como havdalá, que se realiza para marcar la despedida del sábado. En esta ceremonia, se vierte vino en una copa colocada sobre un platillo. Quien lleva a cabo el havdalá debe verter el vino hasta que la copa se llene y el líquido rebose, cayendo sobre el platillo. Este acto simboliza el deseo de que las bendiciones de la semana sean suficientes para cubrir tus necesidades (llenar la copa) y, al mismo tiempo, sean abundantes para bendecir a los demás.
Me parece que esta costumbre representa una excelente filosofía para el manejo de nuestro dinero. La acción de llenar la copa me hace reflexionar sobre mi responsabilidad de proporcionar primero para mis propias necesidades y las de mi familia. No obstante, al verter el vino en el platillo, se subraya la importancia de generar más allá de lo necesario diariamente, asegurando que mi abundancia se convierta en una bendición para aquellos que más lo necesitan. En otras palabras, el desbordamiento de mi copa debe ser un recordatorio de que no soy el epicentro del universo, sino que existen personas que requieren de mi ayuda. Como cristiano, siento que es mi deber ayudarles a satisfacer sus necesidades, una vez que he asegurado el bienestar de mi familia.
Ciertamente, atender tus propias necesidades es una preocupación fundamental, pero no debería limitarse únicamente a eso. Aunque satisfacer las necesidades de tu familia es crucial, reconocer que esto no es suficiente para alcanzar la prosperidad es esencial. En este sentido, la adecuación del tamaño de mi copa adquiere relevancia, siendo esta una representación simbólica de mis propias necesidades.
Algunos cristianos pueden creer en la idea de vivir de manera austera, negando sus necesidades y entregándolo todo al prójimo. No obstante, la Biblia no respalda esa enseñanza. Dios desea que disfrutemos del fruto de nuestro trabajo y vivamos una vida plena, como se menciona en Eclesiastés 2:24. Sin embargo, es importante evitar el extremo opuesto, donde la copa es tan grande que, sin importar cuánto se produzca, nunca se llenará. Este enfoque lleva a vivir solo para complacerse a sí mismo.
Al final del día, el tamaño de tu copa es un asunto personal, queda entre tú y Dios. Pero independientemente de tus necesidades, Dios desea darte un corazón generoso que utilice las bendiciones sobreabundantes que él te da para bendecir a otros. Por eso hoy es un buen día para hacer de la generosidad una tendencia en el mundo. ¿A quién podría Dios bendecir hoy a través de ti?
Amén, Abdala, bendiciones
Desde ya feliz sábado.