Obed-edom y Uza
“El arca del Señor se quedó tres meses en casa de Obed-edom, y el Señor lo bendijo a él y a toda su familia” (2 Samuel 6:11).
El arca del pacto con las tablas de piedra había sido capturada por los filisteos en los días de Elí. Cuando regresó a territorio de Israel, el arca estuvo en casa de Abinadab en Quiriat-jearim por veinte años (1 Sam. 7:1, 2). Este personaje tenía dos hijos: Uza y Ahío. Después de los veinte años, David ordenó que el arca fuera llevada a Jerusalén. Los dos hermanos guiaron una carreta tirada por bueyes en donde se transportaba el arca. Cuando los bueyes tropezaron, Uza extendió su mano con la intención de proteger el arca. Al instante, murió. ¿Por qué ocurrió esto? Porque no estaba permitido bajo ninguna circunstancia que alguien tocara el mobiliario sagrado del Tabernáculo. Con esta acción, Uza se asumió como sacerdote cuando no lo era. Irónicamente, lo que no ocurrió en veinte años en su casa, sucedió en un instante fuera de su casa.
Aunque la intención de Uza aparenta ser justificable, su acción y la consecuencia nos enseña cómo ve Dios las cosas; ¡muy diferente a cómo las ve el hombre! Para muchos, incluido David, ese acto era insignificante. Sin embargo, Dios ve el corazón. De la misma manera, para muchos, la desobediencia de Eva al comer del fruto del árbol prohibido es algo irrelevante, pero no para Dios.
El mismo objeto que se convirtió en piedra de tropiezo para Uza, fue una bendición para Obed-edom, pues el arca estuvo en su casa y toda la familia resultó beneficiada. ¿Qué aprendemos de esto? Que relacionarnos con lo sagrado como Dios ha dispuesto, siempre será de bendición. Las amistades, el matrimonio, el dinero… pueden ser una gran bendición en nuestra vida cuando nos dejamos guiar por Dios; pero pueden perjudicarnos, y mucho, cuando las vivimos según lo que piensa el hombre.
Permite que Jesús siempre sea una bendición para ti. ¡Él quiere darte todo lo mejor! Si eres su amigo y sigues sus planes para ti, disfrutarán de su paz y alegría toda la vida.