El Profeta verdadero
“Yo haré que salga de entre ellos un profeta como tú, uno que sea compatriota de ellos y que les diga lo que yo le ordene decir, y les repita lo que yo le mande. A todo aquel que no haga caso de lo que ese profeta diga en mi nombre, yo le pediré cuentas” (Deuteronomio 18:18, 19).
Muchas personas sienten interés en buscar “profetas”, aunque sea peligroso, solamente para satisfacer su curiosidad en cuanto al futuro. De esta forma muchos videntes o médiums se han vuelto millonarios. Desde personas que pretenden leer la mano en alguna sencilla comunidad, hasta personajes famosos por los medios de comunicación.
Sin embargo, la Biblia condena buscar respuestas en el hombre a lo que Dios ya reveló en su Palabra. El interés exagerado por conocer el futuro es un problema. Robert Thompson, catedrático e investigador de la Universidad de Syracuse señaló: “Todo lo paranormal es verdaderamente seductivo”. Además agregó que el 60 % de la población estadounidense considera que hay personas con poderes psíquicos.
Una razón por la cual Dios se desilusionó de los habitantes de Canaán fue cuánto consultaban brujos y hechiceros. Hoy muchos consultan las estrellas para saber cómo les irá mañana, otros tienen sus amuletos o caen en la superstición.
Si somos honestos, debemos reconocer que todos queremos saber qué sucederá mañana, tanto en nuestra vida personal como en los asuntos que afectan al mundo entero, para estar prevenidos. En el contexto de Deuteronomio 18, y en nuestro propio contexto, no es casualidad que el versículo 15 nos presente al verdadero Profeta: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”. Jesús es el único confiable.
Él nos muestra cómo será el final de la historia de este mundo y cómo vivir preparados para encontrarnos con él. Confíale tu mañana a él. Escúchalo, cree en él y obedece sus mandatos.