“Lo que va a pasar en el futuro”
“Hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y él ha hecho saber a Su Majestad lo que va a pasar en el futuro” (Daniel 2:28).
Dios le envió este sueño a un rey hace más de 2.500 años, pero el mensaje sigue siendo importante para nosotros que vivimos en los “últimos días” o “el tiempo del fin”. Siglos antes, Dios habla de imperios porque él es el Dios de la historia; el único que conoce el futuro. Sabía cuándo y dónde surgiría cualquier reino terrenal, y cuánto tiempo permanecería. Daniel lo reconoció así en su oración de gratitud: “Él cambia los tiempos y las épocas; quita y pone reyes” (vers. 21). Esto no quiere decir que Dios es responsable de las maldades de los reyes de la antigüedad; él respeta la libertad de todas las personas. Él tiene poder para poner y sacar reyes, pero no obliga a nadie a seguirlo ni amarlo.
El mensaje del sueño que tuvo el rey nos recuerda una realidad del ser humano: aunque generalmente se habla de avances y mejoras, Dios ve algo muy diferente. Él ve un retroceso en la humanidad, pues con el paso del tiempo el ser humano ha olvidado su Palabra y lo ha desconocido como Creador. La humanidad intentó encontrar respuestas a sus inquietudes en el hombre mismo. Probó con la idolatría, la riqueza y el conocimiento, sin logar algo duradero.
Dios ilustró este retroceso con los metales que componen la estatua: cada vez son de una calidad inferior: oro, plata, broce, hierro y barro. Cuando Cristo venga por segunda vez a establecer su reino eterno, el mundo estará en un caos de maldad, violencia, egoísmo, incredulidad, y muchas otras cosas negativas que ya vemos en la sociedad. La valores humanos valdrán el precio del barro. ¿No te parece que ya estamos en esos últimos días, donde la maldad está por todas partes?
El barro también nos recuerda nuestra condición de fragilidad humana. Sin Dios no somos nada. Pero al aceptarlo como nuestro Salvador personal y depender de él cada día podemos tener la seguridad de que tendremos vida eterna y seremos parte del reino de Dios.
