Dignos de la noticia
Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo, traigo buenas noticias que les darán mucha alegría a todos”. Lucas 2:10, PDT.
¿Quiénes eran dignos de recibir la noticia del nacimiento de Jesús? Herodes, el gobernante romano, perdió el honor de darle la bienvenida al Dios del universo porque estaba tan ocupado en mantenerse en el puesto de gobernador, que asesinó para lograrlo (Mat. 2:13-18). Los gobernantes judíos eran conocedores e intérpretes de las profecías, pero negligentes en la misión de impartirla (vers. 4-6). El pueblo judío pudo haber recibido un comunicado con la noticia, eran los elegidos, pero estaban dormidos; tenían mucho conocimiento, pero sin práctica. Estaban tan ocupados en celebrar ritos que abandonaron a quién los ritos representaban. La venida del Mesías se convirtió en una noticia sin urgencia. El dueño de la casa de hospedaje estaba demasiado ocupado en obedecer las pólizas hoteleras. Enfocado en obedecer la ley, ignoró al Creador y la razón de la ley. Ocupado en la casa, abandonó al dueño del universo (Luc. 2:7).
¿Existen estos mismos grupos entre quienes deberíamos esperar la segunda venida? Solo dos grupos estaban preparados para recibir la noticia de aquel acontecimiento. Un grupo fueron extranjeros: los magos del Oriente (Mat. 2:1, 2, 9-12). Eran paganos, instruidos y ricos. Investigaron la verdad, la encontraron, y la siguieron sin demora. La gracia de Dios no está limitada por diferencias religiosas, linderos geográficos, o alcances académicos y financieros. El otro grupo fue un puñado de pastores humildes y fieles. A estos hombres incultos, y con la profesión más despreciada de la época, se les dio la gran noticia. ¿Qué tenían de especial aquellos pastores? ¿Por qué se dejó a un lado a gobernantes, dirigentes de la iglesia y al pueblo elegido? ¡Los pastores fueron el auditorio selecto del más sublime de los conciertos, un canto de ángeles! “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Luc. 2:14). “Durante esas silenciosas horas [los pastores] hablaban y del Salvador prometido y oraban por la venida del Rey al trono de David” (DTG, p. 31).
Dos grupos opuestos: los más ricos y los más pobres, los más instruidos y los menos letrados. Ellos escucharon la noticia y la difundieron con gozo, pero nadie los escuchó, porque venía de labios extraños e incultos. ¡El Cielo los consideró dignos de un concierto angelical, pero no fueron tomados en cuenta cuando dieron la noticia del gran acontecimiento!
¡Testifica, sin importarte si te escuchan!