«No pequen al dejar que el enojo los controle;
reflexionen durante la noche y quédense en silencio» (Salmos 4:4).
Cuando las luces han sido apagadas, le he dado a mi esposo las buenas noches y he acomodado mi cabeza sobre la suave almohada, cierro los ojos y es ahí cuando mi mente comienza a trabajar. Pienso en lo que tengo que hacer al día siguiente, en los planes a futuro, en los compromisos que se avecinan, en las actividades de mi esposo y un sin fin de pensamientos. Finalmente, sin darme cuenta estoy en la profundidad del sueño y abro los ojos hacia un nuevo día. Si dormí preocupada, podría levantarme igual, o peor. ¿En qué piensas tú antes de dormir?
«Reflexionen durante la noche», dice David, quien seguramente tenía bastantes asuntos en los cuales pensar. Sin embargo, la invitación a meditar, no es precisamente en los problemas personales ni en los proyectos futuros, en realidad nos exhorta a meditar en un autoexamen de lo que somos. Es decir, haciendo a un lado nuestro orgullo, intelecto y capacidades; preguntar al Señor si lo que estamos haciendo es realmente su voluntad y si está contento con nuestro desempeño. Una charla de este tipo antes de quedarnos dormidas, con seguridad ahuyentará las dudas y nos dará una certera tranquilidad mental.
«Quédense en silencio», es la siguiente invitación del salmista. ¿Te has dado cuenta que nunca le damos a Dios un tiempo para hablarnos? Pareciera que en nuestros encuentros solo hay uno que habla y siempre resultamos ser nosotros. Nos despedimos tan rápido de la cita, que probablemente dejamos a Dios con la respuesta en la boca. Quedarnos un poco más en silencio es una buena práctica para oír en el corazón la voz de Dios.
Al hacerlo de esta manera, nuestra relación con el Señor tomará otro sentido, de manera que las luchas diarias, nuestros propósitos y nuestros planes futuros, la instrucción de nuestros hijos y todo aquello que antes nos causaba incertidumbre, no estarán más en la nebulosa duda, sino que nuestros caminos serán iluminados con la aprobación o no, del Señor. Como consecuencia, cada paso será firme y decidido, no habrá día vacilante ni corazones inquietos, pues habremos tenido en la quietud de la noche un verdadero encuentro con nuestro amigo Jesús.
Te invito a que lo intentes hoy, que tu último pensamiento en la cama sea dirigido hacia el Padre celestial. Te aseguro que dormirás en paz.
Me gustaba más cuando dejaban ver el inicio y el versículo de cada reflexión.
Yo suelo leer el de damas o adultos. Pero aveces al leer el inicio de algún otro. Me gradaba y tmbn lo abría.
Ojalá sigan compartiendo los así. Gracias. Dios les siga bendiciendo.