Matutina para Mujeres | Domingo 22 de Diciembre de 2024 | Ver y amar

Matutina para Mujeres | Domingo 22 de Diciembre de 2024 | Ver y amar

Ver y amar

“Los discípulos veían un ciego, Jesús veía un hombre. Ellos veían pecado, los efectos de la obra humana; él veía necesidad, potencial para la obra divina”. Paul Miller

Un hombre en silla de ruedas por una distrofia muscular entró a un restaurante con sus amigos. Cuando le llegó el turno de pedir la comida, la mesera, en vez de preguntarle a él, le preguntó al que estaba a su lado: “¿Qué quiere comer su amigo?”. Su mirar externo evidenció su visión interna: “Si va en silla de ruedas le pasa algo; si le pasa algo, no es una persona normal; si no es normal, no me va a entender; si no me va a entender, mejor le hablo al amigo”. A los ojos de ella, aquel hombre había dejado de ser una persona (de hecho, un ingeniero) para convertirse en un objeto, en una pieza más de una silla de ruedas. Todo, por no saber mirar; por tener una mirada que distorsiona en vez de una que transforma (que me transforma a mí y, si Dios quiere, al que recibe mi mirada).

Categorizamos a la gente en función de etiquetas, miedos internos, prejuicios sociales, estereotipos… y, al hacer esto, los deshumanizamos. ¿Cómo vamos a tratar igual a la recepcionista de la empresa donde trabajamos que al presidente? No nos cabe en la cabeza, ¿verdad? Por eso los deshumanizamos a los dos, y los convertimos en meros cargos profesionales, no en dos personas de carne y hueso. En función del cargo, los tratamos de una manera u otra. ¿Sabes qué? Algo falla en nuestra percepción de los seres humanos y hay que arreglarlo con urgencia.

Un esquema mental, una cosmovisión, no se cambia de la noche a la mañana. Aprender a mirar de forma que no objetifique sino que humanice es difícil. Ver a los demás como lo que son, seres humanos, y sin hacer acepción, sigue siendo una virtud tan escasa hoy como en tiempos de Cristo. Me remonto a los tiempos de Cristo porque en Cristo sí tenemos un ejemplo a imitar. En el Nuevo Testamento se menciona unas cuarenta veces el hecho de que “Jesús miró” a la gente y, a esa mirada, inevitablemente le seguía una segunda parte: Jesús sentía compasión de ellos; y una tercera: actuaba para beneficiarlos.

Tenemos que aprender a mirar a los demás. Porque hasta que nuestra mirada no esté libre de etiquetas y llena de esa compasión que mueve a la acción, no podremos tratar con respeto ni tocar las almas.

“Jesús, mirándolo, lo amó” (Mar. 10:21).

Deja una respuesta