Matutina para Mujeres | Jueves 14 de Diciembre de 2023 | Padres temerosos

Padres temerosos

Por la fe los padres de Moisés, viéndolo tan hermoso, escondieron durante tres meses al niño recién nacido, sin miedo a las órdenes del rey. Hebreos 11:23, BLPH.

El rey había decretado que todo hijo varón fuera muerto al nacer. Las parteras habían perdonado la vida al pequeño Moisés (Éxo. 1:17); dependía de la fe de los padres si este niño se transformaría en el libertador de Israel.

¿Qué habría sido de Moisés si el miedo de sus padres hubiese sido más grande que su fe? Jocabed comprendió que su hijo había nacido con un propósito, e hizo lo posible por preservarle la vida; y dejó el resto a Dios. La fe genuina acaba con el miedo, nos da coraje para obedecer a Dios aunque implique desobedecer los decretos reales. Cuando una madre obra con fe por la salvación de un hijo, Dios completa la labor y premia su confianza.

A pesar del peligro que representaba, los padres de Moisés escondieron al bebé durante tres meses. Cuando el hogar se volvió un lugar inseguro, en un heroico acto de fe construyeron una canastilla, la impermeabilizaron y depositaron en ella a su hijito. Llevaron la preciada carga al rio Nilo y la dejaron entre los juncos, con la esperanza de que la inocente criatura despertara la compasión de alguien del reino. “Las fervorosas oraciones de la madre habían confiado a su hijo al cuidado de Dios; e invisibles ángeles vigilaban la humilde cuna. Ellos dirigieron a la hija de Faraón hacia ese sitio. […] Dios había oído las oraciones de la madre; su fe fue premiada” (PP, pp. 248, 249).

La fe genuina va acompañada de acciones sobrehumanas, y siempre son recompensadas: Padres de rodillas, hijos de pie; padres orando, hijos triunfando; padres reverentes, hijos obedientes. Si hubiese más padres con fe genuina, harían más actos heroicos por la salvación de sus hijos. ¿Cuánto estás dispuesta a hacer por la salvación de tus hijos? Los padres de Moisés ganaron un lugar en la galería de la fe por considerar la salvación de su hijo más digna que su propia vida.

Si has intercedido por tus hijos, y ellos no están en la fe, aférrate a esta promesa:

“Las oraciones de las madres cristianas no son desatendidas por el Padre de todos, que envió a su Hijo a la Tierra para rescatar un pueblo para sí. No desdeñará sus peticiones ni los dejará a ustedes y a los suyos para que Satanás los abofetee en el gran día del conflicto final. Han de trabajar con sencillez y fidelidad y Dios afirmará la obra de sus manos” (CN, p. 499).

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