Sed de paz
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27, RVR 95).
La búsqueda de la paz a través de la violencia es cosa de todos los días en este mundo. Los titulares de los periódicos y las primeras noticias televisivas de la mañana están cargados de actos violentos que pretenden ser excusados al atribuirse a la búsqueda de la paz. Pero la paz buscada por tantas organizaciones mundiales se ve cada día más lejana. ¿Qué hace que la paz sea tan difícil de lograr?
Por supuesto, la falta de paz tiene su raíz en el egoísmo humano. Todos, de algún modo, deseamos que nuestros puntos de vista, ideas, opiniones y creencias sean los rectores de la conducta de los demás y, al no lograrlo, entramos en pugna. Creo que la paz del mundo tendría una vía más expedita si cada uno trabajara en su paz interior. ¿Cómo? Liberándonos de resentimientos, rencores y enojos; permitiendo que los demás piensen diferente a nosotros y, a pesar de eso, simpatizar con ellos.
La paz es posible cuando ponemos nuestra confianza en Dios y nos amistamos con él. En la Biblia leemos:
“Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús” (Fil. 4:7).
La paz de Dios es el antídoto para nuestras preocupaciones, angustias y temores. La mujer que acudía al pozo día a día tenía sed de paz y no de agua. Y solo fue saciada en su encuentro con Jesús.
Querida amiga, la paz de Dios está a tu alcance y va más allá de tus dudas, miedos, complejos y soledad; solo necesitas pedirla. En su Palabra leemos: “Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes” (1 Ped. 5:7). La paz interior no te exime de luchas, conflictos y pruebas; es el resultado de saber que, en medio de las tribulaciones, Dios está contigo, aunque haya momentos en los que no lo sientas.
Que al comenzar este día, tu oración sea estas palabras de Mery Bracho:
“En tu paz viviré y confiaré,
en tu paz no temeré;
a ti te llevaré mis preocupaciones
y aflicciones, mis luchas,
mis mezcladas emociones,
y me relajaré en tu gran amor”.