
El secreto de la eterna juventud
“El encanto es engañoso, y la belleza no perdura, pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada” (Proverbios 31:30).
Apasra Honsakula es la mujer tailandesa que ganó el concurso de belleza Miss Universo, a sus 18 años, en 1965. Lo sorprendente fue cuando, cincuenta años más tarde, se le vio por Internet tan bella y joven como cuando ganó el concurso. Algunos sospechan que ha hecho uso de las cirugías, aunque ella afirma que solo lleva una dieta saludable y una rutina diaria de ejercicio. Pese a que algunos tienen sus dudas en cuanto a la veracidad de sus declaraciones, todos concuerdan en que posee la eterna juventud.
No envejecer es el aferrado propósito de muchas mujeres que pasan la vida obsesionadas, gastando cuantiosas cantidades de dinero en tratamientos de belleza y, las que más recursos tienen, en cirugías, en ocasiones riesgosas. Es como si envejecer fuera malo, pecado o algo espantoso. Solemos asustarnos cuando aparecen cabellos plateados, y peor aún, cuando las líneas de expresión están permanentemente marcadas en el rostro. Algunas mujeres inclusive se avergüenzan de mencionar su edad.
Como hijas de Dios, sabemos que uno de los resultados del pecado fue precisamente la terminación de la vida terrena y ese proceso concluye en la vejez en su curso natural. Pero a lo que realmente deberíamos tenerle miedo, no es a ver nuestra piel arrugada ni nuestros cabellos blancos, sino a tener un corazón marchito por falta de amor y de bondad. No es la juventud exterior la que realmente nos hace bellas y frescas, sino la del alma, la de los sentimientos. Las personas que constantemente están enojadas, no son agradecidas. Por el contrario, son egoístas y no practican actos de bondad ni perdón. De esta manera, fisiológicamente se hacen daño a sí mismas y envejecen más rápido.
“Cuando una persona cultiva sentimientos nobles, tiene buenas probabilidades de prolongar la juventud de su alma. Si aprendemos a ser optimistas, bondadosas y perdonadoras, generaremos una corriente vital que redundará en salud para el cuerpo y el espíritu”.19
Querida amiga, la buena noticia es que no hay razón para temer a los cambios que nuestro cuerpo sufra con el tiempo. El secreto de la eterna juventud consiste en practicar las cualidades de Jesús y andar en el temor del Señor. De esa manera nos mantendremos siempre frescas y con un espíritu vigoroso mientras esperamos el momento en que seremos transformadas y nuestros cuerpos serán incorruptibles.